lenguaje
Un día hablaba el Conde Lucanor con Patronio, su consejero, de este modo:
-Patronio, cierta vez tuve como enemigo a un rey muy poderoso, y, cuando la guerra ya había durado mucho, vimos que nos era más conveniente firmar un pacto. Aunque ahora nos consideramos aliados y no existen conflictos entre nosotros, siempre recelamos el unodel otro. Además, gente de su bando e incluso del mío me llenan de temor, pues dicen que aquel rey busca una excusa para atacarme. Por vuestra lealtad y buen entendimiento, os ruego que me aconsejéis lo que debo hacer en este caso.
-Señor Conde Lucanor -dijo Patronio-, este es un consejo muy delicado por varias razones, pues cualquiera que busque poneros en un apuro lo podrá hacer muyfácilmente, porque aunque os dé a entender que intenta serviros, avisaros del peligro y poneros en guardia contra él, aunque parezca sentir vuestro daño, siempre podrá haceros sospechar de vuestro aliado. Y con esa sospecha, habréis de tomar tales medidas que serán el comienzo de una nueva guerra, sin que ninguno de vuestros consejeros pueda ser culpado, pues el que os diga que no os preocupéis por losriesgos del combate demuestra muy poca preocupación por vuestra vida; el que os diga que no reforcéis vuestros baluartes ni los abastezcáis de alimentos, hombres y armas, demuestra poco interés por vuestros señoríos; y el que os diga que no os protejáis con amigos y vasallos, que estén bien atendidos y contentos con vos, demuestra importarle muy poco vuestra honra y vuestra protección. Sabed, además,que es muy peligroso no hacer estas cosas, pero si se hacen pueden ser el inicio de nuevos alborotos y desórdenes. Con todo, como me pedís mi opinión sobre este asunto tan delicado, me gustaría que supierais lo que le sucedió a un buen caballero.
El conde le pidió que se lo contara.
-Señor conde -dijo Patronio-, cuando el santo y bienaventurado rey don Fernando tenía sitiada Sevilla, contabacon muchos y valientes caballeros, entre los que estaban los tres más diestros en el manejo de las armas: uno era don Lorenzo Suárez Gallinato, el otro don García Pérez de Vargas y del tercero no recuerdo su nombre. Los tres discutieron un día sobre quién de ellos era el mejor y más hábil. Como no llegaron a un acuerdo, decidieron armarse muy bien los tres y llegar a las murallas de Sevilla paragolpear con sus lanzas las puertas de la ciudad.
»Al día siguiente, por la mañana, los tres se pusieron sus armaduras y se dirigieron a la ciudad. Cuando los moros que vigilaban murallas y torres vieron que sólo se trataba de tres caballeros cristianos, pensaron que serían mensajeros y ninguno les atacó, por lo cual los tres caballeros pasaron el puente, la barbacana, llegaron a las puertas dela ciudad y las golpearon con la punta de sus lanzas. Hecho esto, volvieron las riendas y regresaron junto al ejército.
»Al ver los moros que no traían ningún mensaje, se sintieron humillados y quisieron salir tras ellos; pero, al abrir los musulmanes las puertas de la muralla, los tres caballeros, que se volvían despacio, estaban ya bastante lejanos. De la ciudad salieron en su persecución másde mil quinientos jinetes, así como más de veinte mil infantes. Cuando los tres caballeros vieron que eran perseguidos, volvieron sus caballos contra sus enemigos y los esperaron. Al acercarse más los moros, aquel caballero, cuyo nombre he olvidado, se lanzó contra ellos y empezó a luchar valientemente, mientras que don Lorenzo Suárez y don García Pérez estaban sin intervenir; al aproximarse máslos moros, don García Pérez de Vargas se les enfrentó, mientras que don Lorenzo Suárez seguía sin combatir, cosa que sólo hizo cuando los moros lo atacaron, pero entonces se metió entre sus enemigos y comenzó a hacer cosas sorprendentes y heroicas con sus armas.
»Cuando desde el campamento vieron a los tres caballeros enfrentarse a los moros, salieron en su ayuda. Aunque los tres pasaron...
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