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Dice el refrán popular que 'tras la tempestad viene la calma'. Y parece que tras la tempestuosa crisis que aún nos mantiene acogotados, —sin tanta tormenta, ni vendavales tan fuertes como el propiotérmino sugiere (y que algunos hubieran deseado)— y a tenor de los últimos anuncios de nuestro presidente del Gobierno ('en 2014, España crecerá con claridad y se empezará a crear empleo'), la calma, elsosiego y la confianza están por venir.

Esperemos que lleve razón y sea cuánto antes. Y en este marco de mensajes positivos y que generan seguridad, me parece un hecho necesario y justificado elque se haya imputado a la infanta Cristina, en el proceso judicial del caso Nóos. No podía ser de otra forma si se quiere, como una parte de los españoles, que la monarquía siga su camino de modernidady de apertura hacia el pueblo. Y, sabedor de que otra parte de la población de nuestro país se declara abiertamente antimonárquico y abomina de la institución real, no quedaba otro camino, que aqueldel “fin justifica los medios” de Maquiavelo. Los principios los puso el propio Rey en su mensaje de Navidad pasado. Y hasta el propio Príncipe y hermano, en sus últimas declaraciones públicas ha sidoclaro y tajante, coherente con la línea real: “la Justicia permite garantizar la protección de los derechos y libertades”. La historia nos contará en su momento si, debido a los tiempos que corren setuvo que llegar a un acuerdo o no al respecto; o bien, se trató de una propia evolución democrática de nuestra sociedad española. Lo que no llego a entender es cómo la propia Fiscalía Anticorrupciónes la que quiere recurrir el auto. ¿No es esta fiscalía la que precisamente debe promover la acción de la justicia mediante la acusación penal y la defensa de la legalidad y del interés públicotutelado por la ley? (diccionario RAE). ¿Por qué se va a oponer a la acción de la propia Justicia, representada en este caso por el juez José Castro? En cualquier caso, creo que la sociedad democrática...