Lesionada

Lesionada
Hacía frío. De hecho, estaba prácticamente congelada antes de empezar a jugar el típico
partido de pádel de los miércoles. Sólo recuerdo que ese día apenas había calentado , que no
había tenido tiempo.
Fue un partido normal hasta que en un momento dado tuve que lanzarme a por una de esas
bolas bajas que quedan muy cerca de la red. Corrí mucho y al agacharme, sentí un dolor muyagudo en la rodilla derecha. Grité sin siquiera pensarlo y paramos un par de minutos para ver
si el dolor remitía. Pensé que no había sido nada grave y seguí jugando, ya que no soy del tipo
de personas que dejan algo a la mitad, además ese día tenía muchas ganas de jugar y
solamente quedaban unos 15 minutos de partido, por lo que ni me lo pensé.
Al terminar, conforme más tiempo pasaba, más mecostaba andar, cosa que empezó a
preocuparme. Además, al llegar a mi casa mi rodilla estaba bastante hinchada. Al día siguiente
fui al médico. Después de eso estuve dos meses con muletas. Me habían dicho que tenía un
esguince no demasiado grave y que con reposo se curaría. Fueron dos meses realmente duros,
nunca había llevado muletas y de repente, se habían convertido en una necesidad para mí.Sin
ellas no podía moverme, no podía hacer nada. Me vi realmente limitada, me sentía impote nte,
hasta ciertamente incapaz de hacer cosas normales; no podía subir escaleras, no podía hacer
deporte… ¡ni siquiera podía andar!
De hecho, empecé a necesitar ayuda para cosas tan normales como llevar la mochila, no podía
poner o quitar la mesa en mi ca sa, etc. Me sentía bastante frustrada.
Unosmeses después de quitarme las muletas, seguía sintiendo dolor al correr, al saltar e
incluso a veces, al andar. Tuve que ir a un traumatólogo y hacerme radiografías y resonancias.
No me lo tomé realmente bien la verdad. Me enfadé muchísimo por estar así después de haber
estado dos meses con muletas, además pasé muchísimo miedo. Ahora no sabría explicar
exactamente el porqué, pero pasémuchísimo tiempo en el hospital, haciéndome pruebas,
escuchando especulaciones sobre qué me pasaría, visitando diferentes especialistas y seguía
sin saber que me pasaba. Supongo que a esas alturas, me esperaba lo peor.
Creo que la peor parte vino cuando tuve que ponerme las muletas otra vez. Me sentía inútil y
a la vez muy culpable ya que siempre he pensado que si hubiese calentado un poco más eseuno de diciembre, ahora mismo no estaría así y mucho menos tendría que haber pasado por
todo lo que he pasado.
Tuve que llevar las muletas un mes más ya que estaban intentando evitar a toda costa siquiera
la opción de operarme. Estuve todo ese mes en reposo y, al fin, fui otra vez al traumatólogo.
Hasta ese día no se habían dado cuenta de lo que me pasaba. Tenía el menisco interno roto.
Fueuna noticia que también me costó bastante asimilar. Recuerdo llorar en el pasillo del
hospital Carlos de Haya al enterarme. Fue todavía peor cuando me dijeron que probablemente
tenían que operarme. Siendo sincera, me dan pánico las operaciones. No sé por qué, no es
demasiado lógico, pero no puedo soportar la idea de operarme. De todos modos, todavía
quedaba una última opción; podíaninfiltrarme un máximo de tres veces para ver si eso me
aliviaba el dolor y podían evitar la operación. Desgraciadamente para mí, no funciono.
Ninguna. Aunque cada una de ellas me dolió más y en cada una desee que el dolor
desapareciese de una vez por todas.
En la primera infiltración estaba bastante nerviosa. Lo único que sabía sobre infiltraciones era
que introducían un líquido en la zona con dolorpara que éste parase y que dolían. No me
animaba mucho la información que tenía, pero intenté tomármelo bien porque era una
posibilidad de evitar la operación.
Me infiltraron y no fue tan horrible como esperaba. Me dijeron que esperase dos semanas y
que después volviese. En esas dos semanas, mi dolor no remitió ni un ápice. Eso consiguió
desanimarme bastante. Aunque todavía me quedaban dos...