Leticia
Leticia se levantó, automáticamente preparó café, mientras se bañaba pensaba en los juzgados que visitaría. Y en algo más.
Eligió su traje demartes y peinó su larga cabellera; ésa que la acompañaba desde que tenía quince años. Y es cierto que la detestaba, pero ¿qué sentido tendría cuestionarla?
Salió rápidamente, perfecta, intocable, lamisma de siempre. Y corrió de expediente a expediente, de juez a juez, de cliente a cliente, sin llegar a mirar a ninguno, sin llegar a encontrarse en nadie más que en ella.
El día terminabaexitosamente y Leticia visitaba esas pequeñas cápsulas que tanto la ayudaban. En realidad, no podía evitarlo. ¿Seguía siendo ella?
Había seguido esta rutina durante años, pero hacía varias semanas que lasmiradas eran más poderosas. Y estaban en todas partes.
“Sonría, lo estamos filmando”. Eso no había sido impedimento. Nunca. Y la adrenalina que generaba tocar una textura nueva, de acariciarla con losojos cerrados y, lentamente, guardarla y tenerla para ella, para tocarla todos los días, eran pequeños trofeos de su contradicción.
Pero hacía varias semanas que volvía vacía, que nada premiaba esapersonalidad escondida, que no podía, que no lo merecía. Y al día siguiente, todo estaba igual.
Mismo sonido, misma hora, mismo lugar. Y el cepillo en esa otra textura, pesada y brillante.
Y otranoche sin trofeo. Y otra. Y otra.
Y esa lucha constante, con más de quince años de resistencia. Y se perdía. Esa. La de las texturas. La de los trofeos.
Y esa noche sin trofeo, algo cambió.
Entró albaño y comenzó a mirarse, a buscarse. Su rostro enmarcado perfectamente, sus rasgos estaban más duros que nunca. Cada vez miraba más adentro. Y casi sin pensarlo, su mano derecha tomó las tijeras.
Elprimer mechón fue el más difícil, pero luego siguió y siguió. Cada vez más corto. Cada vez más desparejo. Cada vez más grande la sonrisa.
Así quedó el baño.
Al día siguiente, el reloj no la...
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