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CONTRAPORTADA

Dos Cuentos
Leo Maslíah

AÑO 4 / NÚMERO 200 / DOMINGO 03 DE AGOSTO DE 2014

La otra barbarie de Rómulo Gallegos
J.A. CALZADILLA ARREAZA

Cuenta Mariano Picón Salas, en un profundo ensayo crítico que celebra los 20
años de Doña Bárbara, que el dictador
Juan Vicente Gómez se hizo leer la novela,
en los primeros momentos de su temprana fama, luego de su publicación yéxito
en España y su resonancia inmediata en
Venezuela, en el mismo año de 1929. Al
término de su entusiasmada escucha, sentenció el «brujeador» andino: «Este bachiller sí sabe cómo trabajan los hombres». Se
afirma incluso que Gómez revisó entre las
curules vacantes del Senado y quiso ofrecer la representación del estado Apure al
escritor, quien sin dudarlo prefirió permanecer en el extranjero.No sospechaba Gómez que Doña Bárbara
era un retrato alegórico, una especie de
geografía paisajística y humana del país
que el déspota había subyugado con mano
de hierro durante más de 20 años. De hecho, por su parte, los opositores del gomecismo reconocieron esto a las primeras de
cambio: la novela fue leída ávidamente
por la juventud del 28, apresada y engrillada en La Rotunda por susatrevimientos
político-estudiantiles.
Picón Salas, sin embargo, con su ingeniosidad y agudeza características, trata
de deslindar la obra maestra galleguiana
del manido cliché interpretativo que la ve
como confrontación épica y heroica de
esas dos fuerzas antinómicas que caracterizaron para las mentes del tardío siglo
XIX la aventura histórica del continente
indoamericano: «Civilización yBarbarie».
Picón Salas nos invita a ver más bien una
síntesis madura y un desplazamiento de
ese tema dualista, que va de la corroboración romántica, la descripción costumbrista y el análisis positivista, hasta un
«más allá» del paisaje y del retrato psicológico, configurando una galería arquetipal
del inconciente nacional colectivo. Por eso
Doña Bárbara conquistó y concilió de inmediato lasaudiencias, alejadas y opuestas, del procaz costumbrismo y del refinado cultismo, cubriendo las expectativas,
necesidades y gusto de todos los sectores
sociales y culturales receptivos, y convirtiéndose ipso facto en un clásico literario.
La antinomia galleguiana de «Civilización y Barbarie», de «Ciudad y Campo», es
sin duda una forma muy evolucionada de
la disyuntiva del argentino Sarmiento,quien cerca de 1850 la planteara por primera vez con toda su fuerza, estigmatizando y caricaturizando al dictador Juan Manuel de Rosas a través de su caudillesco
personaje Facundo. Sarmiento, sin embargo, verá en el gaucho ignorante la fuente
de esa barbarie raigal, y su solución teórica y política propondrá la doble vía de so-

meterlo al aparato educativo y diluirlo gracias a la importación dela raza europea,
trabajadora y culta, a los desiertos indoamericanos.
Rómulo Gallegos, intelectual, literaria y
políticamente, está muy lejos de estas
disyuntivas, ya denunciadas y criticadas
con indignación por Simón Rodríguez en
sus últimos años de vida. Gallegos nace el
2 de agosto de 1884, cuatro años antes de

que muriera Domingo Faustino Sarmiento, después de haber sido presidentede la
República Argentina. La antinomia galleguiana, que puede tener trazas del espíritu
positivista desarrollado en Venezuela durante el guzmancismo y el gomecismo, el
cual de algún modo hereda e intenta cientifizar la temática sarmentina, propone en
cambio no una supresión del llanero y el
indio sino una dialéctica y un reconoci-

miento del ser popular nacional. «Altamira», la hacienda deSantos Luzardo, suprimirá a «El Miedo», la de Doña Bárbara, pero en la evolución de este conflicto emerge
la voz y la figura de un pueblo que constituye el envite y el objeto del combate político-cultural. Gallegos hace hablar, nos indica Picón Salas, al pueblo venezolano a
través de sus más íntimos y verídicos personajes arquetipales, tal como Cervantes
supo hacer hablar al pueblo español...