Levantones
Veinticinco metros de tela de manta, doce hijas y una promesa de
pago de trescientos pesos diarios: eso trajo a este lacandón maya
a las montañas de Sinaloa. Ramiro le pondremos. Ramiro el so
breviviente, el trashumante. Dentro de un autobús recorrió el país
de sur a norte. Y bajo sus talones, con los ojos abiertos por el es
pan o, pisó sin querer brazos ypies y cabello, en la zona serrana de
t
Choix: los proyectiles habían sembrado cuerpos inertes sobre la
tierra, la yerba. Ya había pasado la balacera. Varios días. Y en me io
d
de una treintena de cadáveres, Ramiro olvidó la tela y la paga. Re
d
cor ó a sus hijas, su tierra. Y quiso regresar.
Fue traído desde Chiapas por un hombre que les ofreció
empleo a él y a otros veinticuatroindígenas en un campo agríco
la. Llegó a El Fuerte y luego a Choix. Y ahí, casi a ciegas, supo que
estaba entre hombres armados. Él y los otros cuestionaron cuán
do empezaban el trabajo y dónde estaba el campo agrícola en el que
se emplearían. En represalia, todos fueron atados a una silla. Y lue
go empezó el intercambio de disparos.
javier valdez cárdenas
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Abril de mi esperanza
Ramiro tiene doce hijas. Su tata Dios, como él le llama, lo bendi
jo con ellas y esos seis embarazos. De diecisiete las mayores, las que
siguen tienen quince, el otro par trece, dos más con once, luego
las de nueve años, y de cuatro las menores. No le alcanza lo que
ga a en sutierra, Los Montes Azules, donde hace y vende ar
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tesanías y trabaja en el campo. Recibe entre treinta y cuarenta
pesos diarios.
Por eso cuando vio a aquel hombre en Ocosingo ofrecien
do empleo, aceptó. Subieron a un autobús de pasajeros él y varios
hombres, todos adultos y, al parecer, la mayoría de Chiapas. Todos
indígenas. El hombre, a quien ubica como una buena persona, les
prometió untrabajo en un campo agrícola, una paga de trescien
tos pesos diarios, comida y casa, y pasaje de regreso. Pero nunca
les dijo dónde.
Fue entre el 12 y el 13 de abril. Ahí empezaron sus espe
ranzas, pero éstas siempre tienen fecha de caducidad: en poco más
de una semana, cuando empezó la refriega. Esas esperanzas murie
ron entre tanto cadáver, gritos inenarrables y desgarradores, y disparos. Desvanecimientos. Esos, los de varios de los indígenas que
lo acompañaban, los de sus vulnerables sueños.
¿Cuándo empezamos?
El traslado de Chiapas al norte de Sinaloa duró alrededor de tres
días. Sólo se detuvieron a las horas de comida y el que los engan
chó, a quien no se le vio ningún tipo de arma, les dijo siempre
que comieran lo que quisieran, que no había problema. Bajaronen restaurantes y puestos de comida rápida.
Las llantas del autobús devoraron alrededor de 2 mil 500
kilómetros hasta llegar a la ciudad de Los Mochis, cabecera muni
cipal de Ahome, y luego se dirigieron a El Fuerte, ubicado más al
norte, a cerca de 250 kilómetros de Culiacán. Y de ahí al munici
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pio de Choix, una de las regiones que disputan la organización
criminal conformada por Zetas-Beltrán Leyva y Cartel de Juárez,
y los del Cartel de Sinaloa. Quienes “contrataron” al grupo de
veinticinco indígenas en el que iba Ramiro eran presuntos Zetas,
de acuerdo con los reportes de la Procuraduría General de Jus
ticia del Estado.
Los hombresdesconcertados preguntaron por vez prime
ra dónde estaba el trabajo, el campo agrícola en el que iban a la
borar. Ustedes no se desesperen, contestó el enganchador. Hay
trabajo seguro, paga desde el primer día, casa y comida para to
dos. Subieron a la sierra, hasta llegar a Choix. Y luego pasaron por
varios pueblos y más arriba. Se detuvieron en un pequeño caserío.
Ahí los metieron en un...
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