Leviatan
DE LA CONSECUENCIA O SERIE DE IMAGINACIONES
Por consecuencia o serie de pensamientos comprendo la sucesión de un pensamiento a otro; es lo que,
para distinguirlo del discurso en palabras, denominamos discurso mental.
Cuando un hombre piensa en una cosa cualquiera, su pensamiento inmediatamente posterior no es, en
definitiva, tan casual como pudiera parecer. Un pensamientocualquiera no sucede a cualquier otro
pensamiento de modo indiferente. Del mismo modo que no tenemos imágenes, a no ser que antes hayamos
tenido sensaciones, en conjunto o en partes, así tampoco tenemos transición de una imagen a otra si antes
no la hemos tenido en nuestras sensaciones. La razón de ello es la siguiente. Todas las fantasías son
movimientos efectuados dentro de nosotros, reliquias delos que se han operado en la sensación. Estos
movimientos que inmediatamente se suceden en las sensaciones, siguen hallándose, también, conjuntos
después de ellas. Asi, al volver a ocupar el primer movimiento un lugar predominante, continúa el segundo
por coherencia' con la materia movida, como el agua sobre una mesa puede ser empujada de una parte a
otra y guiada por el dedo. Pero como enlas sensaciones, tras una sola y misma cosa percibida, viene una
vez una cosa y otras otra, así ocurre también en el tiempo, que al imaginar una cosa no podemos tener
certidumbre de lo que habremos de imaginar a continuación. Sólo una cosa es cierta: algo debe haber que
sucedió antes, en un tiempo u otro.
Serie de pensamientos sin orientación. Esta serie de pensamientos o discurso mental es dedos clases. La
primera carece de orientación y designio, es inconstante; no hay en ella pensamiento apasionado que
gobierne y atraiga hacia sí mismo a los que le siguen, constituyéndose en fin u objeto de algún deseo o de
otra pasión. En tal caso se dice que los pensamientos fluctúan y parecen incoherentes uno respecto a otro,
corno en el sueño. Tales son, comúnmente, los pensamientos de losseres humanos que no sólo están
aislados, sino también sin preocupación por cualquiera otra cosa. Incluso puede ocurrir que estos
pensamientos sean tan activos como en otros tiempos, pero carezcan de armonía, como el sonido de un
laúd sin templar en manos de cualquier hombre; o templado, en manos de alguien que no supiera tocar. Aun
en esta extraña disposición de la mente un hombre percibemuchas veces el hilo y la dependencia de un
pensamiento con respecto a otro. Así en un coloquio acerca de nuestra guerra civil presente ¿qué cosa sería
más desatinada, en apariencia, que preguntar (como alguien lo hizo) cuál era el valor de un dinero romano?
Aun así, la coherencia, a juicio mío, era bastante evidente, porque el pensamiento de la guerra traía consigo
el de la entrega del rey a susenemigos; este pensamiento sugería el de la entrega de Cristo; ésta, a su vez,
el de los treinta dineros que fue el precio de aquella traición: fácilmente se infiere de aquí aquella maliciosa
cuestión; y todo esto en un instante, porque el pensamiento es veloz.
Serie de pensamientos regulados. El segundo es más constante, puesto que está regulado por algún deseo
y designio. La impresión hechapor las cosas que deseamos o tememos es, en efecto, intensa y permanente
o (cuando cesa por algún tiempo) de rápido retomo: tan fuerte es, a veces, que impide y rompe nuestro
sueño. Del deseo surge el pensamiento de algunos medios que hemos visto producir efectos análogos a
aquellos que perseguimos; del pensamiento de estos efectos brota la idea de los medios conducentes a ese
fin, y asísucesivamente hasta que llegamos a algún comienzo que está dentro de nuestras posibilidades. Y
como el fin, por la grandeza de la impresión viene con frecuencia a la mente, si nuestros pensamientos
comienzan a disiparse, rápidamente son conducidos otra vez al recto camino. Observado esto por uno de
los siete sabios, ello le indujo a dar a los hombres este consejo que ahora recordamos: Respice...
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