LEY FISCAL 3
La reforma fiscal en México: ¿modernización tributaria o nuevo pacto fiscal?
José Ayala Espino
No deja de ser preocupanteque, a pesar de la necesidad acuciante de una reforma fiscal, sea ésta todavíaun tema que la sociedad y el Estado mexicanos han eludido encarar a fondo desde hacevarias décadas. Se vive una paradoja: los grupos sociales, incluida la burocracia,reconocen dichanecesidad, que incluso muchos califican de integral quizápara subrayar lo mucho que falta por completar;1 sin embargo, el consenso se termina cuandose discuten sus objetivos, metas y mecanismos para ponerla en marcha. Ciertamente,en el plano de la retórica, estos grupos han desarrollado sus propuestas,pero a juzgar por los resultados de sus esfuerzos discursivos es posible comprobarque en lapráctica han existido más diferencias que coincidencias.En torno a este debate se ha creado un clima social de gran desconfianza e incredulidadque ha terminado por dificultar el establecimiento de una deliberación públicasistemática mediante la cual los actores pudieran debatir, intercambiar informacióny confrontar sus concepciones de cara a los intereses del país, y no sóloconsiderando los interesesparticulares de los grupos. En la actualidad las condicionespolíticas mínimas y las instituciones necesarias para crear un entornofavorable a la coordinación de decisiones en esa materia no parecen estara la vista, a juzgar por la conducta egoísta de los principales agentes. Enopinión del autor, un elemento ausente es sin duda la falta de un acuerdopolítico entre los grupos sociales que permitaconvertir un tema de la agendapolítica en un programa viable de reforma fiscal. Desde luego, la falta deun acuerdo político no es un asunto nuevo; en realidad, los esfuerzos parallevar a cabo una reforma datan de los años sesenta. Los gobiernos prefirieronrecurrir a otros expedientes antes que modificar el compromiso fiscal básico.Entre estos expedientes destacan el endeudamiento externo exagerado,la petrolizaciónde las finanzas públicas y la privatización de una parte importantedel patrimonio público. Aunque estos expedientes han pesado más o menosen la formulación de la política económica de los gobiernos,no cabe duda de que el rasgo dominante de los últimos tres regímenesha sido siempre la retracción de las actividades gubernamentales. Este acuerdodebería permitir la definición de lacuantía de los recursospúblicos requeridos, su origen y las reglas de asignación y ejecucióncomo una condiciónsine qua non para crear un ambiente favorable ala cooperación entre los agentes económicos. Este tema, por su importancia,debería inscribirse en el debate sobre las políticas de Estado.2
Una segunda paradoja, tan importantecomo lo anterior es que se necesita más gasto público, pero sedisponede menos ingresos. Toda la sociedad reconoce la necesidad de elevar dicho gasto,aunque el Estado cuenta con menos recursos fiscales en términos reales paracumplir con sus funciones sustanciales. En ese marco, la eficacia de la accióngubernamental es actualmente muy pobre: "medida en términos de la capacidadpara resolver las demandas sociales y económicas de la población empleo,vivienda, salud,educación se ha deteriorado a lo largo de las últimasdécadas [...] Ello también ha sido uno de los factores que no ha permitidoun mayor dinamismo de la actividad privada".3 A pesar de las urgencias fiscales para atender demandassociales, el promisorio horizonte de una reforma fiscal se ve nublado por no pocasresistencias y obstáculos.
La resistencia a la reforma, habríaque reconocerlo, se debe aque la sociedad ha perdido confianza en el papel del gastopúblico como factor para mejorar la calidad de vida y el bienestar social,no sólo porque éstos se han alejado cada vez más de ser un propósitoalcanzable, sino también porque es vox populi que en los últimosaños las transferencias fiscales para financiar el rescate carretero, el saneamientode la banca y el financiamiento a la reforma de la...
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