LEYENDA DE MIXQUIC DM

Páginas: 8 (1851 palabras) Publicado: 4 de septiembre de 2015
Leyenda de un Día de Muertos en Mixquic

Relato que tiene más de sesenta años contándose, y es un ejemplo para que la gente no olvide a sus muertos que año con año quieren estar en la mesa y en el corazón de sus vivos.



Amanecía en Mixquic. Los fogones de las chozas dejaban escapar el dulce olor de la leña ardiendo. Las tortillas se juntaban sobre el canasto y su vapor se sumaba al humo quese alzaba lamiendo las tejas antes de salir por sus rendijas.

Las golondrinas, ya todas adultas, volaban como reconociendo sus vuelos diarios sobre las chinampas, canales, tierras, calles, casas; admirándose a sí mismas con sus vuelos rasantes. Y en la velocidad y el vértigo, el color negro-azulado de su plumaje se perdía entre los árboles, sólo se escuchaba su canto agudo y juguetón; siempre sucanto agudo perdiéndose en el cielo. Y, dicen, que un día de verano su canto desaparece para volver a reaparecer en otra temporada para hacer hijos y éstos serán adultos y un día regresarán y... así son las golondrinas. Las golondrinas son como una abuela (Cleotilde Romana puede ser una de ellas) con muchos hijos y ellos crecen y la gran madre siempre va a otros nidos.

Cuando Felipe abrió susojos, su olfato se llenó de una mezcla de olores que le hizo sonreír. La fragancia de la choza le hacía distinguir las tortillas calientes, el café y los frijoles negros con epazote. Del catre salió feliz. Se lavó la cara con agua fría de la olla del patio. Su café y su plato con frijoles ya estaban servidos sobre la pequeña mesa de madera. Esa mañana su mujer, su joven mujer llamada HortensiaFuenleal, le preguntó con una pequeña sonrisa que si recordaba qué día era. Felipe pensó qué día era, ¿qué día era? Ella se lo recordó:

— ¡Es 2 de noviembre, Día de Muertos, de los muertos grandes! ¡Hay que ponerles la ofrenda a tus papás!

— ¿Ofrenda? ¿Para qué? —dijo con tono sarcástico, y agregó. —Los muertos, muertos están y es mentira que vengan a comer de las ofrendas. ¿Para qué vamos a dejar quese eche a perder fruta y comida? Nada de ofrenda.

— ¡Pero son tus difuntos padres los que hoy vendrán! Déjame dinero para comprar cera, fruta y para hacerles una gallina con mole, que a ellos tanto les gustaba.

— ¡Nada! Ya me voy al monte, tengo que ir al Tezompa a cortar leña... ¡Quesque los muertos vienen! ¡Jumm!

Hortensia dejó escapar un suspiro de tristeza cuando vio que su marido se perdíaentre las cercas de piedra. Al volver los ojos dentro de su choza miró cómo todavía el fogón despedía un poco de humo, y pensó en su abuela cuando le decía que las ánimas eran como nubes: flotaban. Bonitas palabras, dijo en voz baja mirando cómo la luz penetraba por las rendijas de las tajas y el humo ligero se escapaba nimbo al cielo, a las nubes: Las ánimas son como nubes, se dijo de nuevo yfue a apagar las últimas brazas del fogón antes de salir a trabajar a la chinampa de su padre.

Mientras tanto, Felipe caminó como no queriendo por la calle donde Filimón tenía su pulquería. Se dijo: nomás un jarro y ya. Pero ahí estaban Juan Ramón y Casimiro —así le decían porque le fallaba la vista de un ojo—. También estaba Cipriano, a quien siempre se le veía en la pulquería y quien según decíaque no podía trabajar porque estaba embrujado y que cuando le daba por trabajar siempre se cansaba pronto y se le desguanzaban los huesos. Después llegó Aurelio José, él dijo que sólo se echaría un jarro de pulque para agarrar fuerza y sacar unas flores para vender en el mercado y sacar dinero para hacer más grande la ofrenda de su madre y abuelo.

— Salucita —dijo Aurelio José.

— Salucita—dijeron todos, limpiándose el pulque del ralo bigote con el dorso de la mano, Felipe dijo como puyando el pensamiento de Aurelio:

— ¡Jum! Eso de la ofrenda a los muertos es cosa de ignorancias. Cosas de viejos. Los muertos no regresan. ¿A poco Dios deja salir a tantos muertos así nomás por-que sí? Es mentira eso de que las ánimas regresen.

Los comentarios no se hicieron esperar: ¡Blasfemo! ¡Mal...
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