leyenda de terror
Quedaban poco más de siete minutos, para que ella abriera la puerta, poco más de siete minutos para que ella viera lo que n o esperaba ver, nunca lo había hecho y era precisamente eso lo que él no entendía. Quedaban siete minutos, para conocer el secreto.
Din se encontraba en el jol de entrada de pie, recto como una vela y con sus enormes ojos marronesabiertos como platos, parecía no tener parpados, miraba de un lado a otro como si aquel lugar fuera desconocido para él, pero no lo era, al menos, no debía hacerlo, las paredes estaban igual de blancas, y los cuadros con ilustraciones de la ciudad colgaban de la pared como siempre lo habían hecho. También miro las lámparas, tanto las de la pared como las dos que colgaban del techo, todas ellasencendidas.
Era de noche, pero la sensación que tubo era la de estar bañado por una luz diferente, hasta las plantas que reposaban en pesadas macetas negras tenían otro color, el crio por fin se movió, el suelo sobre el que caminaba era el mismo que había soportado las ruedas de su carrito, sus carreras a cuatro patas y las pisadas cargadas de barro del parque que había al otro lado de la calle, habíatenido algo más de once años para aprenderse las setenta y tres baldosas que se disponían a modo de tablero de ajedrez de la entrada hasta el ascensor, con el ultimo estirón llego a saltarlas de cuatro en cuatro pero la cosa en aquel momento no estaba para saltos,
-¿Qué sucede?
Se preguntaba, acostumbrado al cuchicheo de vecinos y a los casi constantes tintineos de la puerta de entrada, elsilencio que le rodeaba provoco que hurgara con los dedos en sus oídos para comprobar si era su sentido lo que fallaba, no era así. Como si se encontrara en un lugar prohibido, trago saliva y avanzo con pasos muy cortos, intentando alcanzar con la mirada, cada rincón de la estancia, cuando llego a la altura del puesto del portero se detuvo, ligeramente se apoyó en el mostrador y se puso depuntillas.
¿André?
Pregunto tímidamente, pero no obtuvo respuesta, era muy extraño que André no estuviera en su sitio, de hecho no recordaba al portero de otra manera que no fuera con su uniforme marrón y un llavero que siempre hacia girar de entre sus dedos de adelante hacia atrás, de atrás hacia delante, siempre junto los monitores de vidrio atento a la llamada de cualquier vecino que precisara suayuda.
A Din le parecía un tipo genial, siempre estaba contando chistes y haciendo bromas, con el paso muchas tardes subido al mostrador cuando la lluvia no le permitía cruzar el parque, pero lo que más le gustaba es que casi todas las mañanas antes de ir al colegio el bueno de André le sacudía el pelo con su enorme manaza negra desbaratando esa estúpida raya al lado que su madre se empeñaba enhacerle, mama me hace parecer el tonto de la clase refunfuñaba frente al espejo, sin éxito casi todos los días, bueno todos los días que su madre no estaba de viaje
-¿Dónde demonios esta André?
Se preguntó Din, antes de retirarse del mostrador hecho un ojo a un bol de caramelos de fruta que como siempre estaba a rebosar, no había día que no echará un buen puñado a los bolsillos, pero en aquelmomento no quiso saber nada de ellos inconscientemente miro a su izquierda, la puerta que conducía al parking estaba entornada, algo también muy raro.
Los vecinos se habían advertido en decenas de reuniones que dicho acceso siempre debían permanecer cerrado, ya que no había sido una ni dos veces los que algún extraño se coló en el edificio, con intenciones poco menos que sospechosas.
El pequeñoantes de continuar hacia el ascensor, se dio la vuelta para mirar al exterior, no es que por la calle transitaran muchos coches habitualmente, pero llamo su atención la excesiva tranquilidad que había al otro lado de la cristalera, aguanto la posesión unos segundos a la espera de ver a alguien pasar por delante, pero nada, no pudo más que ver el tímido movimiento de las lonas de los toldos y el...
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