Leyenda Ecuatoriana
Todos tenemos miedos que escondemos con cautela, miedos que nos acompañan a diario o a tiempo completo. Nunca hablamos de ellos, pero están allí, viven con nosotros. Son loshuéspedes indeseables que tenemos en casa. Jamás anuncian ni su llegada ni su partida, aparecen en cualquier momento y a cualquier hora.
Hay diferentes tipos de miedos. Unos chiquitos y gélidos,que viven por un período y luego se van, como vinieron, sin palabras ni promesas. Pero también hay otros, grandes y vidriosos, que se instalan indefinidamente. Éstos, particularmente son los que nosintranquilizan, inquietan y someten.
Cierro los ojos y me niego a mirar el horizonte. Maldigo al dueño de la lancha, que hace poco me convenció de subir al bote, para circunvalar el lago San Pablo,el más grande del Ecuador. Viajo, con otros turistas, por aquella inmensidad que me tortura y me hace transpirar con fuerza. Se ha secado mi garganta y mis dedos se han adherido, como moluscos, alfilo de la barcaza. No dejo de maldecir al dueño, mientras escucho el ruido torrencial del agua, que circula bajo la canoa.
El tiempo se ha congelado y en la inmensidad de un minuto, escucho la vozsuave y delicada de la guía, una mujer joven, que cuenta cómo se formó la laguna. Antes había sido una enorme hacienda, donde vivía un potentado que una noche cualquiera, se había negado a ayudarleal mismo Dios, quien se había presentado bajo la apariencia de un pordiosero. En castigo, por la falta de caridad, la monumental hacienda se transformó en un estanque gigante de agua. La voz de laguía, entonces se apaga y termina por desaparecer con el viento de la mañana. Al final de esta historia sólo quedan el ruido y mi respiración agitada.
Después de una eternidad, dándome valor,consigo abrir los ojos y me quedo extasiada con el paisaje que se alza frente a mí; es el monte Imbabura, que se erige, con esplendor, al pie del lago. ¿Le gusta?, me pregunta la misma voz tibia de la...
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