LEYENDA
JUAN MARCHENA tenía invitada a la peonada para la tala de un monte. Desde las cuatro de la mañana, todo era movimiento en su casa; se esperaba que los hombrescomenzaran a llegar desde las seis. De pronto los perros comenzaron a ladrar. Al escándalo todos salieron al patio.
—Es la gente que llega, dijo el viejo y corrió.
Tan rápido como habían salidoregresaron a la cocina. Había sido una falsa alarma. De los peones no se veían señas todavía.
Pasado un rato, media hora quizá Marchena comenzó a dar muestras de impaciencia. Los minutos continuaron surodar y la intranquilidad fue en aumento. A los ochos de la mañana, el viejo estaba que echaba chispas.
—Malahay con la gente incumplida, —gritó iracundo. Ya hora, ¿quién me paga los gastos hechos?Malditos sean todos.
— ¿Hombre, por Dios, que cosas dices! Dijo asustada su mujer. Ten paciencia, ya vendrán.
A las nueve, el viejo ya no podía más. Jurando y blasfemando se salió de la casa ante elconsiguiente espanto de la mujer
.—Condenados, decía, — ¡hacerme esto a mí!
— ¡Bandidos, malditos sean!..¡Me han arruinado! ¿Y qué hago ahora?
— ¡Hasta con el mismo Diablo trabajaría hoy!….
— ¡AveMaría Purísima! Juan estás loco, le interrumpió su esposa alarmada. ¡Cállate, no seas que Dios te deje de su mano!
—¿Déjame tranquilo!, vociferó el hombre fuera de sí.—Ojalá se presente el Malo; conel tumbaría mi monte si viniera aquí!
En ese instante en que Marchena profería estas palabras, se oyeron de nuevo los feroces gruñidos de los perros. El viejo Juan dejó de gritar, pero frunció elentrecejo. Un individuo a quien no conocía se adelantaba hacia él. Vestía lo mismo que cualquier campesino. Fornido de cuerpo, tendía un rostro bastante hermoso. No obstante había en él algo que repelía.—Me dijeron, se expresó, antes que Marchena hablará, que usted tenía contratada a la peonada para el desmonte de un terreno; por eso he venido aquí hoy, si acaso quiere mis servicios…Yo…
— ¿Quién...
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