LEYENDAS DE JIPIJAPA
EL CAZADOR DEL GUAYACÁN
En el Recinto por sector de Caña Brava, los habitantes eran cazadores, se alimentaban
de lo que este oficio les producía, habían temporadas que abundaban, venados, guantas,
etc.; pero así otras en las cuales no encontraban ninguna pieza; cuando esto último
acontecía, asomaba en el lugar un hombre misterioso, siempre vestido de negro, a estehombre le llamaban “El Cazador”; moraba este en una cueva, la misma que se hallaba
continuamente resguardada por unos jíbaros, el cazador se adentraba en el monte a las
seis de la mañana y a las seis de la tarde llegaba seguido de un sin número de animales
gordos, los encerraba en la cueva y durante varios días convidaba a los vecinos del
lugar; terminados los animales salía nuevamente hacia elmonte a la misma hora y otra
vez se repetía la misma rutina. Lo asombroso era que todos los animales llevaban en su
lomo una marca muy singular semejante al lunar de la frente del cazador, y sin que
nadie supiera como éste abandonaba el lugar y la caza nuevamente se normalizaba,
ningún vecino osó jamás llegar hasta el sitio de la cueva. El camino que conducía hacia
el lugar era pesado, afirmabanlos antiguos; se escuchaban ruidos espeluznantes,
silbidos agudos que emergían del monte, se sentía la presencia de elementos siniestros,
bultos que aparecían y desaparecían, gallinas con infinidad de pollitos, perros con ojos
fosforescentes...Quién fue el cazador, nadie lo dice; un día desapareció, la cueva si está
allí, en ella aún se escucha el bramido de los animales que encerraba elsiniestro cazador
y en las paredes extrañamente impregnadas se hallan las huellas de los animales.
EL CERRO DE LA MONA
Hace muchos años, en el Cerro de la Mona, tenía lugar
durante las noches de Semana Santa un extraño
acontecimiento. Cuentan los vecinos del lugar que se
escuchaba a altas horas de la noche una melodiosa voz entonar
las más hermosas canciones. Los hombres se sentían atraídosy con gran ansiedad trataban por todos los medios de localizar
el lugar de donde provenía aquella voz de mujer.
Muy pocos fueron los afortunados que lo consiguieron y era
tanta su admiración al verla, que quedaban atónitos al
contemplar de cerca aquella musa, quizá ángel, porque se
parecía a las pinturas que pendían en los altares de las iglesias,
con la única diferencia que ésta estaba vivay sentada sobre una piedra bañada por la luz
de la luna. La dulce mujer casi una niña al sentir la presencia humana desaparecía.
Una noche un osado caballero logró acercarse y pudo mirarla a su antojo, estaba sobre
la piedra, su pelo largo y lacio le cubría la espalda, con la luz de la luna se reflejaba el
Autor historiador: Andrade Molina Luis Alberto
brillo dorado de sus hebras, lapiel era blanca, sus ojos verdes como las hojas de los
árboles en los primeros días de invierno. Mientras cantaba, peinaba su cabellera con una
peineta de oro. Como arrastrado por una fuerza extraña, nuestro hombre se puso frente a
ella, la bella mujer se sorprendió pero paulatinamente una sonrisa enigmática apareció
en sus labios y con voz cautivamente preguntó:
¿Qué quieres, la peinilla o lapeineta?
El aturdido respondió:
La peineta
La niña se puso a llorar y desapareció, el hombre entristecido regresó a su casa: durante
varias noches acudió al cerro pero de ella no había nada; pasó un largo año y una noche,
cuando las voces de la ciudad se habían apagado, de la parte alta del cerro La Mona
surgió la mágica voz; aquel hombre al escucharla corrió el sitio de la piedra, allíestaba
ella en actitud de espera. Al verla le dijo:
Te esperaba, sabía que vendrías.
Sí, todas las noches he soñado con este momento. ¿Qué quieres de mí?
Sé que eres un hombre valiente y bueno; quiero ayudarte para que seas rico y feliz para
toda su vida; pero antes tendrás que hacer algo por mí.
Deseo que vengas mañana cuando las campanas de la iglesia anuncien las doce de la
noche; trae una...
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