Leyendas Guaranies
El girasol es una planta muy particular. Tiene flores grandes y doradas que giran buscando quedar frente al sol. Cuenta una leyenda guaraní que la vida de esta planta comenzó en un lugar a orillas del río Paraná, donde vivían dos tribus vecinas. Los caciques de ambas tribus, Pirayú y Mandió, eran muy buenos amigos y sus pueblos intercambiaban pacíficamente artesanías yalimentos.
Un día, a Mandió se le ocurrió unir a las dos tribus.
Para ello pidió en matrimonio a la hija de Pirayú. Pero éste le dijo que eso era algo imposible. Y le contó enseguida que su hija no se casaría con ningún hombre porque había ofrecido su vida al “dios Sol”. como Mandió se enojó mucho, Pirayú trató de explicarle de la mejor manera posible que Carandaí, su hija, desde muy pequeña se pasabalas horas al Sol y vivía únicamente para él, y que por eso los días nublados la ponían triste.
-¡ Esto es peor que un desprecio! -gritó Mandió. Y sin dar tiempo a que Pirayú tratara de calmarlo, alejó prometiendo venganza.
Pirayú se quedó muy triste y preocupado, porque pensaba que su amigo castigaría a su pueblo. Y por desgracia, al cabo de varios días sucedió lo tan temido. Carandaí sedesplazaba por el río, contemplando la caída del sol, cundo de pronto vio resplandores de fuego sobre su aldea. Llena de angustia remó con todas sus fuerzas hacia la orilla, pero al saltar a tierra, una trampa hecha con gruesas barras de madera cayó sobre ella y la inmovilizó.
- Ahora tendrás que pedirle a tu dios que te libere de mi venganza – dijo Mandió, riendo con expresión cruel.
- ¡ Oh, Cuarahjí, miquerido sol - susurró Carandaí -. ¡ No permitas que Mandió acabe conmigo y con mi pueblo! ¡ No lo permitas!
Casi no había terminado de hablar, cuando Cuarahjí envió a la joven un remolino de potentes rayos, que la envolvieron haciéndola desaparecer de la vista de Mandió.
Y en el lugar donde había estado Carandaí brotó una planta esbelta, con una flor dorada que, siguió siempre, con su cara alcielo, los derroteros del sol.
El Delta del Paraná
Kirimbatá era el hijo del cacique de una tribu de indios Timbúes. Sus mayores, preocupados en defender las tierras de los continuos ataques de otras tribus, no pudieron ocuparse de su educación guerrera y el pequeño creció libre como las aves del monte.
Cerca de la toldería corría el río Paraná; Kirimbatá se sentía atraído por sus aguas ytodas las tardes salía a recorrer la ribera.
Una vez caminó más de lo acostumbrado y descubrió un frondoso ceibo que crecía cerca de la orilla. El muchacho, sin saber por qué, se acercó y comenzó a hablarle; estaba convencido de que aquel árbol era diferente a los demás y que podía entender sus palabras.
Desde entonces pasaba largas horas contándole su vida. Una tarde descubrió que el ceibo nosólo lo escuchaba sino que podía hablar. Así nació entre ambos una profunda amistad y Kirimbatá le confió su sueño más querido: conseguir nuevas tierras para que su gente viviera en paz.
El tiempo fue pasando y Kirimbatá se convirtió en un joven sensible y soñador. También las luchas terminaron, entonces el cacique pensó que algún día su hijo ocuparía su lugar y quiso enseñarle todos los secretos dela guerra. Pero el muchacho tenía planes muy diferentes para su vida y se negó a convertirse en guerrero.
El cacique no podía aceptar la desobediencia de su hijo y discutieron una y otra vez. Hasta que una noche, Kirimbatá harto de las peleas con su padre decidió alejarse de la tribu. Esperó que todo estuviera en silencio y tomando sus cosas fue a despedirse del ceibo.
- Lamento que no puedasvenir conmigo - le dijo el muchacho - te voy a extrañar mucho pero tengo que irme de aquí, adiós.
- Hasta pronto, ya nos volveremos a ver contestó el ceibo.
Después subió a su pequeña embarcación y sin saber a dónde ir, se dejó llevar por la corriente. La luna iluminaba su camino mientras el río le murmuraba en los oídos palabras de aliento.
Navegó toda la noche y al amanecer la canoa se...
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