leyendas y mitos
Son las doce del día y con el sol de la tarde se ve pasear a Doña Ramona, quien tranquilamente recorre una considerable distancia para dar el paseo acostumbrado del medio día por la orilla del río, el Río Verde, en donde se llena de quietud y se alimenta del silencio, esperando con ansias que se llegue el siguiente día para realizar este paseo lleno de tranquilidad.“Solamente se ve salir a la señora, vestida de negro, quien pareciera que no toca el piso, caminando derecha despacio, tranquila y paciente”, cuenta Don Bernardino Ibarra Martínez, quien desde hace doce años, trabaja como sepulturero en el panteón municipal de Rioverde.
“La dama de negro nunca regresa, perdiéndose en la zona de la fosa común que se encuentra cercana a las orillas del río”, narró demanera tranquila el sepulturero. Y Comentó que a su llegada los compañeros de mayor edad, le contaban sobre el acostumbrado paseo de la mujer enlutada, quien escéptico a las apariciones no daba mayor importancia a estas leyendas que se tienen en el panteón municipal.
Sin embargo en repetidas ocasiones las personas que visitan el panteón a esta hora de manera fortuita coinciden en ver a la mujer quesale dentro de las tumbas que se encuentran cerca de la capilla del cementerio, siendo la sombra de una mujer que sale dentro de las sepulturas con numeración seiscientos, perdiéndose en la zona conocida como la fosa común.
Este es solamente uno de los diferentes relatos que se tienen dentro del panteón municipal, que desde principio del siglo pasado, se encuentra siendo la última morada depersonajes históricos del municipio, así como personas extranjeras que por alguna razón se quedaron para la eternidad en el bello municipio de Rioverde.
Le dije a mi mamá lo bien que recordaba la noche cuando se quemó “La Fama”. ¿Cómo va a ser eso?, dijo a carcajadas Doña Lucinda, recordándome lo tramposa que era mi memoria. Pero la suya no cantaba mal las rancheras. La tiendade abarrotes “La Fama” se incendió la noche del 15 de septiembre de 1964, cuando a los 4 años ya hacía uso (no se que tan bueno) de mi memoria. Le acepté a mi madre que era difícil de creer que a esa edad yo pudiera acompañar a mi papá cual bombero y ayudarle a apagar el fuego para evitar que éste se extendiera a su consultorio. Pero así lo recordaba, qué le iba a hacer. Según Lucinda, mi señorpadre se quedó viendo los toros, mientras el pueblo atestiguaba las llamas. No lo creo. El día en que me lo dijo andaba muy enojada porque el señor había adquirido un perro fino de los que mi mamá odiaba. Discutíamos mientra ella amasaba harina de trigo para hacer tortillas. La cosa se puso peor cuando empecé a recordar los tiempos cuando en Rioverde no había agua potable y sacábamos agua de unpozo, a donde seguido me iba a esconder para evitar la furia de mi padre. Primero que nada, mijito, dijo mi madre tratando de ser paciente, de ese pozo nunca se pudo sacar agua potable. Estaba tan “gorda” que ni para lavar trastes servía. También negaba la posibilidad de que me pudiera esconder en lugar tan peligroso (de lo que pudiera concluirse un descuido materno) dado que ese pozo siempre estuvo“tapiado”. Pero eso sí, mañosa la doña, no discutía la existencia de la furia paterna que aceptaba con un lacónico “así era tu papá”. Pero si tal furia existía, ¿dónde diablos entonces podía esconderme si no era en un pozo olvidado en un rincón de la casa? ¿que salíamos corriendo a la calle? ¿qué no era un lugar más peligroso la calle que un pozo? Precisamente, en los inicios de la década de lossesenta, no había pavimento ni muchos autos y si hartos carretones que eran bastante amables en las calles. La calle era más parecida a un mercado público que una vía de comunicación. En lugar de panaderías, había panaderos que repartían el pan en unas canastas enormes que se ponían en la cabeza como gigantesco sombrero charro trepados en una bicicleta. Qué decir de los camoteros, los aguadores...
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