Leyendas

El Hotel Viejo

La Ciudad de San Pedro Sula ha cambiado mucho, es la más moderna de nuestro país, pero hace años donde hoy se levanta un enorme edificio de un banco, existió un hotel de dos plantas construido de madera, su propietario era un español.
El hotel, muy visitado por propios y extraños, fue famoso en su tiempo según la historia de la ciudad. Al morir el español sus familiaresvendieron el edificio a un señor llamado Isidoro que dejó el inmueble para vivienda de su familia, hasta ahí llegó el hotel.
Don Isidoro, el nuevo propietario, no era hombre amigable, hablaba poco, y tenía un genio de lo que hoy llamamos “mecha corta” (se enojaba fácilmente).
 Un día llegaron dos miembros de su familia con procedencia de La Ceiba.
En aquellos tiempos esos eran los viajes másdifíciles, tramos de caminos anchos y los demás pequeños senderos por los que avanzaban a lomo de mula. Llegaron con la noticia de que la madre de la esposa de don Isidoro estaba muy enferma y que su última voluntad era ver a su hija y a sus nietos.
 Organizaron el viaje de regreso a La Ceiba y solo el viejo se quedó manejando sus negocios y viviendo en aquella casa de madera de dos plantas que había sidoconstruida para hotel.
Antes de partir, la esposa le dejó arreglado un cuarto en la planta baja para que estuviera cómodo. Era muy difícil la comunicación en aquella época, y así pasaron dos meses sin que él supiera algo de su familia.
Había contratado a dos mujeres para el aseo del lugar, eran madre e hija, la madre se llamaba Pastora y su hija Rina, estaban muy contentas con su trabajo; elpatrón les dijo que se quedaran a vivir en cualquiera de las habitaciones mientras regresaba su familia.
A pesar de su mal carácter, madre e hija le cayeron bien por su humildad y espíritu de servicio, y cada vez que regresaba revisaba el lugar encontrándolo bien aseado, a veces les llevaba comida o les dejaba dinero para que compraran provisión.
Una tarde las reunió y les dijo: “Como no he sabidonada de mi esposa ni de mis hijos mañana voy para La Ceiba, espero que cuiden este lugar como si fuera de ustedes, en la cocina van a encontrar suficiente provisión hasta mi regreso”.
Fue así que don Isidoro partió hacia el puerto de  La Ceiba. Doña Pastora dio instrucciones a su hija de mantener limpias las habitaciones del segundo piso mientras ella se encargaba de la planta baja.
A vecesllegaban personas en busca de alojamiento creyendo que aun funcionaba el hotel. Por las tardes las mujeres sacaban dos sillas y  se sentaban afuera siguiendo la vieja costumbre de los habitantes de la zona norte. ¿Sabe una cosa mamá?, hace falta el don ¿verdad? –Así es hija, tenemos un buen patrón–.
Habían pasado siete días desde la partida de don Isidoro cuando una mañana doña Pastora sintió ungran frío en su cuerpo al entrar en la cocina, se persignó y siguió en sus labores, sabía que aquella sensación no anunciaba nada bueno. Por su parte su hija Rina, que se encontraba en el segundo piso oyó un ruido en las paredes de madera, como si alguien estuviera martillando. – ¿Es usted mamá? –Preguntó–, ¿qué está clavando?– No había terminado de preguntar cuando pasó frente a sus ojos un serincorpóreo y luego dos más, aquello fue tan rápido que bajó las gradas precipitadamente contándole a su madre.
Doña Pastora le dijo que al entrar en la cocina había sentido frío, ambas se encomendaron a Dios presintiendo que algo muy malo se estaba originando en el edificio. 

Apenas eran las nueve de la mañana.
Llegó la noche, esta vez por precaución encendieron tres velas y las dejaronencendidas para poder dormir tranquilas, a las diez de la noche sintieron una corriente de aire helado que amenazó con apagar las luces, luego alguien subió las gradas, armándose de valor salieron de su habitación con una vela encendida para saber si algún ladrón se había metido, doña Pastora llevaba un afilado machete en su mano derecha, luego escucharon que las puertas de las habitaciones se abrían y...