Leyendas

Páginas: 283 (70664 palabras) Publicado: 26 de octubre de 2010
El gnomo
(Leyenda aragonesa)
Las muchachas del lugar volvían de la fuente con sus cántaros en la cabeza. Volvían cantando y riendo con un ruido y una algazara de una banda de golondrinas cuando revolotean espesas como el granizo alrededor de la veleta de un campanario.
En el pórtico de la iglesia, y sentado al pie de un enebro, estaba el tío Gregorio. El tío Gregorio era el más viejecito dellugar. Tenía cerca de noventa nacidades, el pelo blanco, la boca de risa, los ojos alegres y las manos temblonas. De niño fue pastor; de joven, soldado. Después cultivó una pequeña heredad, patrimonio de sus padres, hasta que, por último, le faltaron las fuerzas y se sentó tranquilamente a esperar su muerte, que ni temía ni deseaba. Nadie contaba un chascarrillo con más gracia que él, ni sabíahistorias más estupendas, ni traía a cuento tan oportunamente un refrán, una sentencia o un adagio.
Las muchachas, al verlo, apresuraron el paso con ánimo de irle a hablar, y cuando estuvieron en el pórtico todas comenzaron a suplicarle que les contase una historia con que entretener el tiempo que aún faltaba para hacerse de noche, que no era mucho, pues el sol poniente hería de soslayo la tierra ylas sombras de los montes se dilataban por momentos a lo largo de la llanura.
El tío Gregorio escuchó sonriendo la petición de las muchachas, las cuales, una vez obtenida la promesa de que les referiria alguna cosa, dejaron los cántaros en el suelo y, sentándose a su alrededor, formaron un corro, en cuyo centro quedó el viejecito, que comenzó a hablarles de esta manera:
No os contaré unahistoria, porque aunque recuerdo algunas en este momento, atañen a cosas tan graves que ni vosotras, que sois unas locuelas me prestaríais atención para escucharlas, ni a mí, por lo avanzado de la tarde, me quedaría espacio para referirlas. Os daré en su lugar un consejo.
¡Un consejo!, exclamaron las muchachas con aire visible de mal humor, no es para oír consejos para lo que nos hemos detenido. Cuandonos hagan falta ya nos los dará el señor cura.
Es, prosiguió el anciano con su habitual sonrisa y su voz cansada y temblorosa, que el señor cura acaso no sabría dároslo en esta ocasión tan oportuna como os lo puede dar el tío Gregorio, porque él, ocupado en sus rezos y letanías, no habrá echado, como yo, de ver que cada día vais por agua a la fuente más temprano y volvéis más tarde.
Las muchachasse miraron entre sí con una imperceptible sonrisa de burla, no faltando algunas de las que estaban colocadas a su espalda que se tocasen la frente con el dedo, acompasando su acción con un gesto significativo.
¿Y qué mal encontráis en que nos detengamos en la fuente charlando un rato con las amigas y las vecinas?, dijo una de ellas, ¿andan, acaso, chismes en el lugar porque los mozos salen alcamino a echarnos flores o vienen a brindarse para traer nuestros cántaros hasta la entrada del pueblo?
De todo hay, contestó el viejo a la moza que le habia dirigido la palabra en nombre de sus compañeras, las viejas del lugar murmuraban de que hoy vayan las muchachas a loquear y entretenerse a un sitio al cual ellas llegaban de prisa y temblando a tomar el agua pues sólo de allí puede traerse, yyo encuentro mal que perdáis, poco a poco, el temor que a todos inspira el sitio donde se halla la fuente, porque podía acontecer que alguna vez os sorprendiese en él la noche.
El tío Gregorio pronunció estas últimas palabras con un tono tan lleno de misterio, que las muchachas abrieron los ojos espantadas para mirarlo y , con mezcla de curiosidad y burla, tornaron a insistir:
¡La noche!, pues¿qué pasa de noche en ese sitio, que tales aspavientos hacéis y con tan temerosas y oscuras palabras nos habláis de lo que allí podría acontecernos? ¿Se nos comerán acaso los lobos?
Cuando el Moncayo se cubre de nieve, los lobos, arrojados de sus guaridas, bajan en rebaños por su falda, y más de una vez los hemos oido aullar en horroroso concierto no sólo en los alrededores de la fuente, sino en...
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