leyre
Como todos los días desde hace tres años cuando llegué al monasterio de
San Salvador de Leire, los días comienzan a las cinco y media de la
mañana con lasvigilias de la noche, compuestas por salmos y largas
lecturas de la biblia. A las siete y media se realiza el oficio de alabanza por
excelencia, las Laudes. En ese momento entramos en sintonía con lagloria
natural del amanecer. Soy nacido cerca de este monasterio, a una hora a
pie en un pueblo llamado Sangüesa, en Navarra. Desde que he tenido uso
de razón, se que Jesús ha puesto la manosobre mi, de manera especial
para que viva junto a él y por eso decidí hacerme monje de esta orden
benedictina, fundada hace un siglo, en el siglo VIII. Además de por mi fe,
quedé impresionadopor la situación de este, que se construyó en la falda
de la sierra de Leyre, en un lugar apartado que invita al reposo del
espíritu, a reflexionar y ayuda a crear una paz interior. Mi madre, me hainculcado la fe cristiana desde pequeño, pero siempre he tenido un
problema, y es que mi padre es muladí, es decir, se convirtió al islam, a
pesar de eso nada me ha impedido seguir el camino deDios. A las nueve
de la mañana tiene lugar la misa conventual, que ocupa el momento
principal de cada jornada. Cantamos canto gregoriano en latín, lengua en
la que están escritas las antiguasmelodías gregorianas. Aunque en la gran
parte de la misa se habla en lengua vernácula, los novicios tenemos que
estudiar latín, al menos para comprenderlo. Después de la misa, cada
monje realizasu tiempo de trabajo y estudio. A la una y veinte del
mediodía, sigue la liturgia de las horas menores, que son: Sexta: a la una y
veinte, antes de la comida y Nona: A las tres y media. La oraciónde las
vísperas, a las siete, santifica la tarde para seguir con la oración y el
trabajo. La jornada siempre termina por el oficio de Completas, cuando
todos nos retiramos en un profundo...
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