Lia como un dardo de cerezas

LIA COMO UN DARDO DE CEREZAS

Los nombres terminan por escogerse, y para el viaje, Lía es un nombre liviano, contrapeso para una vida arañada por el desasosiego. Como en una toma cinematográfica, Esmeralda Torres, autora de esta obra pone el lente en nuestros ojos para hacernos ver en detalles como una niña, escondida en un armario, entre sábanas dobladas y olor a alcanfor, descubre que poruna rendija se puede contemplar la vida, y tener la sensación del abandono a través de las canas de la madre que caen desde un peine de nácar olvidado, o tal vez presentido en el olvido, cual vestigio que puede evidenciar la nostalgia de una partida que logra sembrar el dolor. Una voz escribe el “DIARIO PARA UNA TORMENTA” y el agua inunda desde adentro, desde la mirada de una pequeña que contemplay asume que es vergonzoso compartir la soledad. Transfigurarse mujer en un mundo adverso para ella.

Nos propone Esmeralda, tejer y destejer para ir dilucidando el engranaje que va armándose desde lo femenino en las tres partes de su libro. En Diario de Lia, el juego de la memoria le permite, a la protagonista, reconocer como en el momento el crujir de un pan que no el cuerpo de Cristo, sino laoposición al recuerdo de la pobreza, o tal vez, la lejanía de la bodega donde el pan era de esponja. Ahora el café es una taza y su aroma acerca otros espacios que no pueden definirse con claridad.

Con esos ojos inocentes nos convertimos en cómplices de los miedos a la cercanía de la desesperanza, a la condena indefectible por una lucha para escapar de un sino misterioso que parecieraenfrentar al amor con el fuego de la culpa.

Hay una gran historia vestida de poesía y los lectores recibimos la palabra en este Diario, como unos flash cinematográficos. Con suma delicadeza debemos ir completando esas visiones con las señales dejadas en su escritura. La figura del hombre se desvanece y eso nos sugiere la ausencia de un padre que solo se hace presente en la espera de una mujer quellora secretamente una relación condenada al vacio, al despiadado dormir sola bajo un techo de cañas infinitas.


Las imágenes van y vienen para reiterarnos que las marcas han quedado hechas con agujas, como tatuajes que señalan a los escogidos para no olvidar la imposibilidad de renunciar al castigo autoimpuesto por haber pecado. En el Diario, la imponente madre se sobrepone socialmente al dolor,aparenta una fuerza que le permitirá estoicamente levantar a sus hijos, sin embargo, a través de la mirada de Lía, nosotros somos testigos de su llanto desesperado y silencioso.


En Lía recrudecen una y otra vez las imágenes y olores que remiten a ese espacio determinado, como detenido en un tiempo irreal. La niña, sensible y perceptiva, beberá secretamente las lágrimas de la madre: “Es unllanto que le sale desde los pliegues del corazón, desde la miel de los ojos, de las pestañas. La madre desgajando sus lágrimas sobre el cabello de la niña. Es una noche de tormenta la noche de la madre, y por tanto la noche de la niña. El mundo de ambas está escrito en un camino de piedras, pero ellas no lo saben aún. La madre y la niña, que son cada vez menos, se abrazan. Se prenden en el llantode las condenadas”.

Este “Diario para una tormenta” se abre como una confesión. Las atmosferas van logrando ubicarnos en el paisaje, locaciones descritas como detalles escenográficos. Casas familiares y distintas que hacen suponer mudanzas forzadas por la necesidad. La morada de las paredes rojas es un recuerdo más lejano y todo empieza a tomar los colores de una melancolía más saturada y devivencias que siguen desbaratando la ingenuidad. Las uñas de la abuela clavadas en la piel, el desapego, el pueblo arrasado por el agua, la tormenta que arremete contra todo, todas las tormentas, las de afuera y las de adentro que se hacen una para siempre, la imagen de la abuela, fiera herida, que se niega a renunciar a su muerta y la desentierra para llevarla consigo. El tránsito nada favorable...