Liberalismo Amarillo
EL ESTADO Y LA EDUCACIÓN
Aun los más radicales partidarios del
fundamentalismo neoliberal suelen reconocerle al Estado
dos funciones básicas, la salud y la educación. Sin
embargo,cada vez que el Estado muestra interés en
asumirlas de verdad pegan el grito en el cielo y arman
una alharaca que a veces va más allá de las solas palabras.
En Venezuela hay una larga tradición encuanto a
la función del educadora del Estado. Desde los inicios de
la República independiente los gobiernos han asumido
esa función, con altibajos en cuanto a su eficacia, pero de
maneraconsecuente. Mas cada vez que se trata de ejercer
la necesaria vigilancia sobre la enseñanza privada que
consagran leyes y constituciones, se pretende negar al
gobierno ese derecho.
El alboroto queúltimamente se ha venido
orquestando por el propósito del Gobierno de ejercer una
mayor vigilancia sobre la educación privada tiene
antecedentes. En 1946, cuando la Junta Revolucionaria
de Gobierno,presidida por Rómulo Betancourt, dictó el
decreto-ley 321, que establecía importantes y novedosas
reformas en el sistema educativo, y entre otras cosas fijaba
requisitos severos para el funcionamientode planteles
privados, la Iglesia, a través de los colegios religiosos,
desató una verdadera campaña insurreccional, con
agresivas manifestaciones de niños y adolescentes en las
calles, queterminó echando por tierra el famoso decretoley. El gobierno de Betancourt claudicó, y prefirió
sacrificar a su ministro de Educación, uno de los más
brillantes y competentes que han ocupado esa cartera,Humberto García Arocha, antes que enfrentar a la Iglesia.
Debilidad que fue el preludio de la liquidación del
régimen, consumada dos años después con el
derrocamiento de Rómulo Gallegos, en 1948.Pero no es el único antecedente. Durante todo el
siglo pasado, lo mismo que en el XIX, cuanta reforma
educativa tendiese a fortalecer la función docente del
Estado motivó la enconada oposición...
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