Libertades y otros pensamientos

La libertad de pensar se podría verse desde un amplio abanico de posibilidades, según el interés de quien disponga de un pensamiento. Tomando como base al interés (sean estos políticos, filosóficos, etc.) del “libre pensar” los pilares de esto se verían como los condicionantes socio-culturales. Porque no existe aquella libertad absoluta, según Sartre la libertad del otro me hace esclavo; aunquela libertad por si misma se podría ver como todo aquello desligado a lo dogmático. Es por eso que bajo el interés de cada quien, y las herramientas de pensamientos, no impuestas, se conseguiría la Libertad de pensar. Es decir, un pensar condicionado por las preocupaciones o dicho de otra manera, intereses. Así de esta manera el ser humano, sin ningún gobierno totalitario, sin ningún dogmaimpuesto, persecutor y condenador, se puede como lo a demostrado a lo largo de historia ser el incipiente de las grandes ideas que han cambiado al mundo. Por debajo el interés, seas estos capitalistas o simplemente solidarios, con sus respectivas columnas condicionantes socio-culturales, los pensamientos sería la parte más alta del Partenón. El pensamiento quizá es lo único que nos hace libres.

Ladama espera


A la merced del tiempo la anciana envejecía con el correr de las estaciones. Eran cambios de grises a anaranjados, de verdes a colorados. Un suspiro luego de una mañana hacia el mediodía, un bostezo de la tarde a la noche. De un sueño a la cruda realidad. Los inviernos se hacían cada vez más crudos y oscuros. Más frescos y precoces. Eran entonces un abrir y cerrar de ojos. Tanefímero como todo los demás. Las primaveras tan sólo era un aroma al pasar. Una pequeña mueca en el rostro. Un sorbo de té helado en las solitarias galerías repletas de parras. Era una llegada y una despedida con un beso en la mejilla, una caricia en el mentón, tan rápido y descortés como un adiós, y dar de espaldas sin mirar atrás. Sin decir nada más. Sin embargo las tarde de verano, junto a su abanicobien abierto, el otoño se hacía esperar. Impacientes por el porvenir que rigen las agujas del reloj que nos atan a la espera del amor. Haciéndolo lento y casi eterno, como una caída al vacío que nos deja sin voz de tanto gritar. Pasa como una lágrima y un sonrisa, un alivio al olvidar, un recuerdo que quita el sueño. Así de desinteresada como el caer de un reloj de arena pasaba su tiempo sentadaen su sillón de mimbre. Allí veía el ocaso de los tiempos, a lo lejos, los veía marchar. Pasando el horizonte, se imaginaba que desaparecía. Ya no sentía el tiempo pese a que su piel arrugada y fresca le hacía entender. La vida es como una verruga, decía. A la larga, con el tiempo, te darás cuenta dónde se han ido todos tus temores y preocupaciones cuando joven. Sí, cuando tu memoria ya no daabasto, las raíces de tu interior florecerán. Y todo aquello que no has superado se refleja en esa espantosa y burda verruga. Nada se le escapa, continuaba. Todo vuelve, todo se transforma, desde el amor hasta tus más profundos secretos.
Ya hace tiempo los días dejaron de sumarse y comenzaron a restar. Ese brillo en sus ojos se desvanecía, observando una y otra vez aquel mismo árbol detrás de sujardín. Su copa balanceándose y sus raíces bien ensanchadas, resistía como si cada momento de su existencia fuera una agonía. Le llamaba mucho la atención aquél árbol tan peculiar. No era como los demás. Se le hacía muy familiar, era como tener una presencia que antes la ha tenido, le causaba mucha intriga. La señora, de igual manera se identificaba con aquél Jacarandá bien extendido y florecido.Ambos, anciana y árbol, esperaban siempre de pie aquél día en el cual se les caiga la última hoja para ya no volver a florecer jamás. Dejando todo a las manos del viento. Escapándose del olvido. Perteneciendo a todo. Sabiendo que dieron de hablar sobre que una vez, al igual que el árbol, fue tan violeta y tan armonioso que valió la pena hacer un hoyo en la tierra y darle su debido cuidado. Desde...