Librera
Nunca había trabajado, ni tampoco tuvo la necesidad de ocuparse de la casa, porque Francesca lo aprestaba todo de maravilla. Pero tras la muerte de Lucièn, hubo de ponerse a la tarea devivir ordinariamente. La verdad es que los negocios y las cuentas nunca fueron lo suyo, así que, en un arrebato de decisión vendió a un señor de Nápoles la cartera de clientes de su marido por unprecio muy poco conveniente para poder seguir cómoda en su holgado tren de vida.
Y allí estaba, vendiendo libros en la Feltrinelli.
No quiso vestir el mismo uniforme que los empleados de lacasa, ese atavío negro con delantal que exhibía de frente un gigantesco bolsillo. Le haría parecer una ferretera. Tras innúmeras discusiones, el encargado toleró al fin el vestuario personal de MadameZola. Quizá los clientes apreciarían ese aire intelectual de señora bien de Madame, entre Miss Wallis Simpson, Simone de Beauvoir y Grace Kelly.
Siempre la habían llamado así, Madame Zola.Aunque nacida en Bolonia, todos le descubrían aquel charme francés tan seductor. Nunca se había subido a unos tacones, de modo que su esbelta estampa ascendía desde sus eternas parisinas hasta la media...
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