libri VIII de pelnton
I. -Muy bien. Hemos convenido, ¡oh, Glaucón!, en lo siguiente. En la ciudad que aspire al más excelente sistema de gobierno deben ser comunes las mujeres, comunes los hijos y la educación entera e igualmente comunes las ocupaciones de la paz y la guerra; y serán reyes [657] los que, tanto en la filosofía como en lo tocante a la milicia, resulten ser los mejores de entre ellos.
-Convenido-dijo.
-También reconocimos [658] esta otra cosa: que, una vez hayan sido designados los gobernantes, se llevarán a los guerreros para asentarles en viviendas como las antes descritas, que no tengan nada exclusivo para nadie, sino sean comunes para todos. Y además de estas viviendas dejamos arreglada, silo recuerdas, la cuestión de qué clase de bienes poseerán.
-Sí que me acuerdo -dijo- de queconsideramos necesario que nadie poseyera nada de lo que poseen ahora los otros [659], sino, en su calidad de atletas de guerra [660] y guardianes, recibirían anualmente de los demás, como salario por su guarda, la alimentación necesaria para ello [661] estando, en cambio, obligados a cuidarse tanto de sí mismos como del resto de la ciudad [662].
-Dices bien -respondí-. Pero, ¡ea!, ya que hemosterminado con esto, acordémonos de dónde estábamos cuando nos desviamos hacia acá para que podamos seguir de nuevo por el mismo camino.
-No es difícil -dijo-. En efecto, empleabas [663], como si ya hubieses expuesto todo lo referente a la ciudad, poco más o menos los mismos términos que ahora [664], diciendo que considerabas como buenos a la ciudad tal como la que entonces habías descrito y alhombre semejante a ella, y eso que, según parece, podías hablar de otra ciudad y otro hombre todavía más hermosos. En todo caso, decías que, si ésta era buena, las demás habían de ser por fuerza deficientes. Y, en cuanto a las restantes formas de gobierno, afirmabas [665] , según recuerdo, que existían cuatro especies de ellas y que valía la pena que las tomáramos en cuenta y contempláramos en susdefectos, así como a los hombres semejantes a cada una de ellas, para que, habiendo visto a todos éstos y convenido en cuál es el mejor y cuál el peor de ellos, investigáramos si el mejor es el más feliz y el peor el más desgraciado o si es otra cosa lo que ocurre [666] . Y, cuando te preguntaba yo [667] que cuáles son esos cuatro gobiernos de que hablabas, en esto te interrumpieron Polemarco yAdimanto y entonces tomaste tú la palabra en una digresión que te ha llevado hasta aquí.
-Me lo has recordado -dije- con gran exactitud.
-Pues ahora permite, como si fueras un luchador, que te vuelva a coger en la misma presa y, cuando yo te pregunte lo mismo, intenta decir lo que antes ibas a contestar [668].
-Si puedo -dije.
-Pues bien -dijo-, por mi parte estoy deseando oír cuáles son loscuatro gobiernos de que hablabas.
-Nada cuesta decírtelo -respondí-, pues aquellos de que hablo son los que tienen también su nombre: el tan ensalzado por el vulgo, ése de los cretenses y lacedemonio [669]; el segundo en orden y segundo también en cuanto a popularidad, la llamada oligarquía, régimen lleno de innumerables vicios; sigue a éste su contrario, la democracia, y luego la gloriosa [670]tiranía, que aventaja a todos los demás en calidad de cuarta y última enfermedad del Estado. ¿O conoces alguna otra forma de gobierno que deba ser situada en una especie claramente distinta de éstas? Porque las dinastías [671] y reinos venales y otros gobiernos semejantes no son, según creo, más que formas intermedias entre unas y otras como las que pueden hallarse en no menor cantidad entre losbárbaros que entre los griegos.
-Sí, son muchas y extrañas las que se mencionan -dijo.
II. -¿Y sabes -dije yo- que es forzoso que existan también tantas especies de caracteres humanos como formas de gobierno? ¿O crees que los gobiernos nacen acaso de alguna encina o de alguna piedra [672] y no de los caracteres que se dan en las ciudades, los cuales, al inclinarse, por así decirlo, en una dirección...
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