Libro del mal amor
No conquistador, sino conquistable, enamoradizo, Iwasaki, como Zeus, se trasforma en lo que haga falta para llegar a ese besoque suele dar lugar a una relación amorosa con todas sus letras. Para enamorar a la niña de sus ojos será piadoso católico, revolucionario, patinador suicida, pareja de baile, mariachi, sefardita.Todo para acabar com- prendiendo por qué las mujeres jamás le harán caso: “porque siempre quise ser lo que no era o lo que nunca sería”. Pero mientras tanto, la moral del joven Iwasaki está alta yespoleada por un sano sentido del humor. “Era la primera vez que me enamoraba de alguien después de haber sido rechazado”, dice en el capítulo dedicado a Rebeca, “y eso me dio esperanzas porque lo peor yahabía pasado”. ¡Qué pronto aprendió Iwasaki que cuando una mujer te llama “buena gente” no vas a comerte una rosca! ¿Cómo reprocharle que fuera de flor en flor a quien el viento de la indiferenciaocultaba el néctar deseado? Qué suerte ser, así, tan adaptable a las circunstancias, tan variable: “me sentía tan enamorado que no me enamoré de nadie más mientras duró el trayecto del microbús”....
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