Libro del f
-Por DanielF-
Mi abuelo siempre se mantuvo ocupado resolviendo crucigramas y llenando pupiletras. Era un adicto a los entretenimientos bizantinos. Su hijo, mi padre, heredó sus costumbres y se dedicaba a cubrir las tardes de ocio -y las noches-, jugando con mi madre al Dominó, al Ludo o al Monopolio. Creo que yo he sido el resultado de esas adicciones al “matarrato” y meconvertí en un terrible vicioso de los juegos de Vídeo: Ataris, Nintendos, Play Station, Nintendo 64, Game Boy... Los devoraba todos. No me mal entiendan, no era uno de esos que dejan sus zapatos o las DNI en los dispendios interactivos. Solo lo hacía para... para “matar el rato” y eso era todo. Total, no me gustaban las fiestas, los bailes, las modas y tampoco tenía hembrita alguna. Mi padre ymi abuelo decían “es preferible eso a que sea un pastelero o un maricón chupapinga” . A lo que mi madre agregaba “..o un rocanrolero desaliñado, como ese Señor Leinad”. Siempre estuve intrigado por saber quién mierda era ese “Señor Leinad”. “Es un cincuentón feo y huraño, que enseña guitarra en el Centro para Adictos a los Fármacos” me dijo mamá “es un loco que nunca se a casado, y hasta dicenque nunca tuvo, siquiera, una enamorada” . “Pero claro pe’ mujer -sentenciaba papá, entre idiotas carcajadas- con esa cara que se maneja.. lo único que le ha quedado por hacer a ese tío es seguir corriéndose la paja”. Fue entonces que decidí ir a ver al sibilino Señor Leinad.
Con la excusa de querer aprender a tocar la guitarra, me enrumbé hacia el Centro para Adictos, ubicado muy cercade otras instituciones estatales encargadas de la salud y el bienestar: hogares para enfermos mentales, colegios para niños especiales, casa de expósitos, alojamientos para gente de la tercera edad, hospicios, albergues, orfanatos, manicomios y esas cosas un tanto deprimentes. El sitio donde llegué se llamaba Centro de Recuperación Bartolomé de las Casas, un lugar gigantesco, al cual acudíantodos los malogrados de la zona. A pesar de lo ascético del lugar, uno no puede mantenerse ajeno a esa atmósfera entre glacial y siniestra, entre metílicos y cloroformos, que despiden los muros del mesón. En uno de los patios se encontraban los pastrulos, regados por todo el piso, barbudos, flacos y pulguientos. Uno de esos se me acercó y quiso picarme un cigarro o un sencillo, lo que caiga primero.Tuve que decirle que estaba misio -lo cual era cierto- y que solo venía a tomar unas lecciones de guitarra. “Puta que eres bien malo, barrio -me dijo el trulo- ya, ya, anda vete nomás conchatumadre”. Yo seguí buscando la Sala de Música y al tal señor Leinad. De pronto, comencé a escuchar unas consonancias algo infrecuentes, un cromatismo desusado. Seguí los extraños e insólitos sonidos hasta que,por fin, pude hallar su procedencia. Era el tan mentado Sr. Leinad. Aquel hombre, con casaca negra de cuero y jean desgastado, estaba impartiendo una clase. Pero, más que una lección, era un coloquio, una broza con sus eventuales alumnos. Hablaban de las relaciones interpersonales, de romances estropeados, de enamoramientos prematuros, pero también de computadoras, de psico acústica, de físicabásica y, por supuesto, de música. Y, contra todos mis principios abúlicos, todo lo que allí se decía me interesó como mierda. Y me interesó aún más, cuando aquel viejo Sr. Leinad, dijo ser un descarriado a muerte de los Juegos de Vídeo, y que sus video games favoritos eran el Golden Eye, Killer Instinc, Vicker Mouse y el Doom 64, Counter Strike que también eran mis favoritos.
Después que impartiósu clase, me acerqué a él y le dije que quería tomar unas lecciones. Me dijo que sí, que “komo las huevas” . Y por fin lo vi de cerca. De verdad era uno de los tipos más feos que haya visto en toda mi vida. Su nariz prominente, su barbilla desproporcionada, su manojo de cabellos quebradizos y orquillados, su extrema delgadez y su amarillenta piel, daban una pista -sino la respuesta- al porqué...
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