Libro - El Club De Los Corazones Rotos
Elizabeth Eulberg
El Club de los Corazones Solitarios
A mis queridos e incondicionales críticos,
en especial a Dav Pilkey,
la primera persona que me animó a escribir.
Todo esto es culpa suya.
ÍNDICE
Declaración 5
Yesterday
“Love was such an easy game to play…” 6
Uno 7
Dos 9
Tres 14
Come Togheter
“… you've got to be free…” 17Cuatro 18
Cinco 20
Seis 24
Siete 28
Ocho 31
Nueve 38
Diez 42
Once 46
Doce 53
Trece 58
Catorce 63
Quince 67
Dieciséis 72
Diecisiete 77
Revolution
“We all want to change the world…” 81
Dieciocho 82
Diecinueve 86
Veinte 89
Veintiuno 92
Veintidós 98
Veintitrés 101
You´ve Got to Hide Your Love Away
“How can I even try? I can never win…”105
Veinticuatro 106
Veinticinco 115
Veintiséis 119
Veintisiete 122
Veintiocho 124
Veintinueve 129
Treinta 135
Treinta y uno 142
Treinta y dos 143
With a Little Help From My Friends
“I get by with a little help from my friends…” 148
Treinta y tres 149
Treinta y cuatro 156
Treinta y cinco 161
Treinta y seis 166
Treinta y siete 169
Here Comes the Sun“Little darling, it´s been a long cold lonely winter…” 177
Treinta y ocho 178
RESEÑA BIBLIOGRÁFICA 179
[pic]
Declaración
Yo, Penny Lane Bloom, juro solemnemente no volver a salir con ningún chico en lo que me queda de vida.
De acuerdo, quizá cambie de opinión dentro de unos diez años, cuando ya no viva en Parkview, Illinois (EE.UU), ni asista al instituto McKinley;pero, por el momento, he acabado con los chicos. Son unos mentirosos y unos estafadores. La escoria de la Tierra.
Sí, desde el primero hasta el último. La maldad personificada.
Algunos parecen agradables, claro; pero en cuanto consiguen lo que buscan, se deshacen de ti y pasan al objetivo siguiente.
Así que he terminado.
No más chicos.
Punto final.
Yesterday
“Lovewas such an easy game to play…”
[pic]
Uno
Cuando tenía cinco años, caminé hasta el altar con el hombre de mis sueños.
Bueno, dejémoslo en «el niño» de mis sueños. También tenía cinco años.
Conocía a Nate Taylor prácticamente desde que nací. Su padre y el mío eran amigos de la niñez y, todos los años, Nate y sus padres pasaban el verano con mi familia. Mi álbum derecuerdos de la infancia está lleno de fotos de los dos: bañándonos juntos, de bebés; jugando en la casa del árbol del jardín trasero y —mi preferida— disfrazados de novios en miniatura en la boda de mi prima. (Poco después, colgué la foto con orgullo en la pared de mi cuarto: yo, con mi vestido blanco; Nate, con su esmoquin).
Todo el mundo bromeaba y aseguraba que algún día nos casaríamos deverdad. Nate y yo también lo creíamos. Nos considerábamos la pareja perfecta. No me importaba jugar a la guerra con Nate, y él llegó a jugar con mis muñecas (aunque nunca lo admitió). Me empujaba en los columpios y yo le ayudaba a organizar sus muñecos de acción. Nate opinaba que estaba preciosa con mis coletas, y yo pensaba que era muy guapo (incluso en su breve etapa de gordinflón). Sus padres mecaían bien, y a él le caían bien los míos. Yo quería un bulldog inglés y Nate, un pug. Los macarrones con queso eran mi plato favorito, y el suyo también.
¿Qué más podría pedir una chica?
Para mí, esperar con ilusión la llegada del verano equivalía a esperar con ilusión a Nate. Como resultado, casi todos mis recuerdos tenían que ver con él:
[pic] Mi primer beso (en mi casita delárbol, cuando teníamos ocho años. Le propiné un puñetazo y, luego, me eché a llorar).
[pic] La primera vez que cogí de la mano a un chico (cuando nos perdimos durante una yincana en tercero de primaria).
[pic] Mi primera tarjeta de San Valentín (un corazón de cartulina roja con mi nombre escrito).
[pic] Mi primera acampada (cuando teníamos diez años, instalamos una...
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