LIBRO IV DE LA REP BLICA DE PLAT N
Continuando con respecto a la felicidad de los guardianes, el joven Adimanto no queda convencido de que la vida del guardián sea dichosa y Platón, en boca deSócrates, le contestaría que quizás puede ser feliz el guardián o no serlo, pero de todos modos esto no importa. Al constituirlos en guardianes del Estado, no es su felicidad la que se tiene en cuenta,sino el bien del Estado. Como se ha dicho anteriormente, para Platón el interés de algunos no merece ninguna consideración cuando se trata del interés general. Tan pronto como éste se halle asegurado,cada uno gozará, según su ocupación, de la felicidad que esté naturalmente unida a ella. Lo importante es que cada ciudadano y cada clase se mantengan en su puesto.
Con respecto a las normas, sefijarían leyes contra la opulencia y la pobreza, contra la extensión de los límites del Estado, contra las innovaciones en la educación y sobre los hábitos y costumbres de los jóvenes. Más aún, aquí se aclaraque una generación bien formada y educada proporcionaría mejores padres para la próxima. Por lo tanto el autor no presumía necesario dictar leyes sobre el mercado y otras disposiciones menores.
Apartir de aquí, Sócrates, anuncia que ha quedado fundada la ciudad y si está bien creada debe tener todas las virtudes: la templanza, el valor, la prudencia y la justicia, ya que la perfección del Estadoreside en la práctica de estas cuatro virtudes:
La Templanza: es la moderación de los sentidos para que no halla extremos, sino un justo medio. Es el disfrute con mesura y armonía delos bienes materiales. Ésta equivale al autocontrol de las acciones. La templanza se aloja en el vientre del cuerpo y pertenece a la parte del alma concupiscible, por ello su interés es el deseo. Esta virtud es propiade la clase productora (campesinos, artesanos, granjeros, etc.).
El Valor: consiste en no ceder ante el enemigo, independientemente de que sea mucha la presión que éste infrinja. El valor se...
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