Libro morganville vampires
LA CASA DE CRISTAL
Saga “Vampiros de Morganville” De Rachen Caine traducido por Beleth
Capítulo 1
El día en que Claire se convirtió en un miembro de la Casa de Cristal, le robaron la ropa sucia. Cuando llegó a la hecha polvo y destrozada máquina de lavar, el tambor estaba vacío, y –como si fuera una broma pesada‐ sólo quedaba un calcetín y las peores bragas que tenía. Tenía prisa, por supuesto – sólo había un par de lavadoras en la planta de arriba del Howard Hall, el dormitorio con las habitaciones más gastadas y menos valoradas, igual que el edificio. Dos lavadoras, dos secadoras, y tenías suerte si una de ellas funcionaba algún día y no se quedaba con tu dinero sin más. Olvídate de la ranura para billetes. No funcionaba nunca, al menos no en las últimas seis semanas desde que había llegado a la escuela. “No.” Dijo en voz alta, y se inclinó para poder mirar dentro del oscuro y corroído tambor de la lavadora. Olía a moho y detergente barato. Mirarlo más de cerca no ayudó en absoluto. Unas bragas cutres, con las costuras dadas de sí. Y un calcetín.
Le faltaba toda la ropa que había utilizado en las dos últimas semanas. Todo lo que quería ponerse. “¡No!” Gritó hacia la máquina, que le repitió un eco, y se inclinó hacia atrás, de pronto pateó la lavadora violentamente en la abolladura que otros estudiantes habían hecho previamente. No podía respirar. Tenía más ropa – algo más – pero eran las cosas que no se ponía casi nunca, las últimas opciones para vestirse. Pantalones que eran demasiado cortos que le hacían parecer paleta, camisetas que eran demasiado grandes y estúpidas, y que hacían pensar que era su madre quien las había comprado. Y así era. Claire tenía unos trescientos dólares de su último trabajo, que le tenían que durar, bueno, meses, después de haberse comprado una pizza y otro libro del profesor Clueless Euliss, quién no parecía saber muy bien qué temario estaba explicando en clase. Supuso que podría encontrar algo de su ropa, si buscaba por los alrededores, eso no arruinaría todo su presupuesto. Después de todo, el centro de Morganville (Texas), era la ciudad del ahorro. Asumiendo que pudiera encontrar algo digno de ponerse. Mamá dijo que esto pasaría, pensó. Solo tengo que pensar. Tranquilízate.
Claire se tiró encima de una silla naranja de plástico, lanzó su mochila al desgastado suelo, y puso sus manos en su cabeza. Su cara se sentía caliente, estaba temblando, y sabía que iba a echarse a llorar de un momento a otro. Llorar como un bebe es lo que solía hacer, demasiado joven para estar aquí, demasiado joven para alejarse de mamá. Apestaba ser inteligente, porque eso era lo que la había traido hasta ahí.
Traducido por Beleth
4
La casa de cristal de Rachel Caine
Tragó saliva, respiro profundamente y se sentó bien, deseando no ponerse a gritar (porque la escucharían) y se preguntó si podría llamar a mamá y a papá para que le extendieran la paga, o para saber si podía utilizar la tarjeta de crédito que era “solo para emergencias”. Entonces vio la nota. Más que una nota, era un grafiti, pero estaba dirigido a ella, estaba en la pared que había en la sala de lavadoras. Querida imbécil, leyó. Hemos encontrado tu basura en la lavadora y la hemos tirado por el vertedor. Si la quieres, nada a por ella. “maldición.” Respiró, y tuvo que impedir que se le saltaran las lágrimas, por una razón completamente diferente. Ciega y estúpida rabia. Mónica. Bueno, Mónica y las Monickettes. ¿porqué era que las chicas guapas siempre iban en manadas, como las hienas? Y porqué, con su pelo tan bien cuidado, sus largas piernas bronceadas, con más dinero de su papá que sus propios contables, ¿tenían que meterse con ella? No, ella ya conocía la respuesta a eso.
Había hecho que Mónica pareciera estúpida delante de sus amigos, y de algunos chicos ...
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