Libro Tifon
Joseph Conrad
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Tifón
Joseph Conrad
I
ERA el capitán MacWhirr, del vapor NanShan, un hombre cuya fisonomía, en
cuanto a apariencias externas se refiere, reflejaba fielmente su mentalidad. No denotaba
características, tales como la firmeza o la estupidez. Carecía en absoluto de características
pronunciadas. Era el suyo un rostro corriente e inmutable.
De suaspecto sólo se podría decir que se le traslucía a veces cierta timidez; porque
llegado a tierra, acostumbraba sentarse en las oficinas, sonriente, tostado por el sol, y con
los ojos entornados. Cuando levantaba la vista se le descubría una mirada franca y azul.
Su cabello rubio y en extremo delgado le cubría la calvicie, de sien a sien, con una pelusa
sedosa. Contrastaba con el pelo de su cara,rojizo y brillante. Parecía éste un brote de
alambre de cobre, cortado al ras del labio superior. Por mucho que se afeitara, cualquier
movimiento de su cabeza ponía en juego reflejos metálicos sobre sus mejillas. Era más
bien bajo, de hombros cargados, y debido a que sus brazos y piernas eran tan morrudos,
su ropa daba siempre la impresión de quedarle demasiado ajustada. Tal cual si le fueraimposible diferenciar entre las latitudes, llevaba siempre un tongo marrón, un terno completo de tintes cafés y un par de toscas botas negras. Esta tenida para desembarcar daba a
su figura maciza una apariencia de elegancia rígida. Una delgada cadena de plata para el
reloj cruzaba su chaleco; y jamás dejaba el navío sin antes coger con sus poderosas manos un elegante paraguas de la mejor calidadque mantenía suelto. El joven Jukes, primer
oficial del barco, acompañaba a su jefe hasta la planchada. Algunas veces, armándose de
coraje y dirigiéndose a él con la mayor deferencia, le decía: "Permítame, señor", y así
diciendo tomaba el paraguas y lo levantaba en el aire al tiempo que lo sacudía para ordenar los pliegues, y se lo devolvía de inmediato; toda esta maniobra la llevaba a cabo contal expresión de gravedad, que al observarlo desde el tragaluz, mientras fumaba su
cigarro matutino, el ingeniero jefe, Solomon Rout, tenía que dar vuelta la cara para
disimular una sonrisa. "¡Ah, sí!, gracias, Jukes, gracias", murmuraba amistosamente el
capitán sin alzar la vista.
Su imaginación le alcanzaba justo para cumplir con las jornadas que se sucedían día
a día, y con eso le bastabapara tener una serena seguridad en sí mismo. Gracias a esto no
era en absoluto engreído. Es siempre el jefe imaginativo el que es sensible, dominante y
difícil de complacer. Pero todo vapor comandado por el capitán MacWhirr era una
morada flotante de armonía y de paz. A decir verdad, hubiera sido tan difícil para él dar
vuelo a alguna fantasía, como para un relojero hacer funcionar uncronómetro sin otras
herramientas que un martillo pesado y un serrucho; pero las vidas poco interesantes de
aquellos que las dedican únicamente a subsistir tienen también sus misterios. Le resultaba
imposible a MacWhirr comprender qué móvil podía haber inducido a ese muchachón corriente, hijo de un modesto almacenero de Belfast, a arrancar al mar, y, con todo, él había
hecho lo mismo a los quince años.El meditar sobre estas cosas lleva a concebir la imagen
de una mano inmensa, potente, enterrándose en el montículo de hormigas que es el
mundo, cogiendo hombros, golpeando cabezas y forzando a dirigir las miradas
inconscientes de la multitud hacia metas inconcebibles y caminos jamás soñados.
Su padre nunca pudo perdonar su estupidez poco filial. Más tarde se le oyó decir:
"Nos pudimosmanejar sin él, pero se trataba del negocio, y además era nuestro único
hijo". A raíz de su desaparición, su madre lo lloró mucho tiempo. No se le había ocurrido
dejar indicio de su paradero, de modo que se le lloró como si hubiera muerto, hasta que,
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ocho meses después, recibieron la primera carta mandada desde Talcahuano. Esta era
breve y...
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