Libro V De Platon
-Sí -dije yo,- y esto sólo por el sustento, sin percibir sobre él salario alguno comolos demás, de modo que, aunque quieran salir privadamente fuera de la ciudad, no les sea posible, ni tampoco pagar cortesanas ni gastar en ninguna otra cosa de aquellas en que gastan los que sontenidos por dichosos. Estos y otros muchos particulares has dejado fuera de tu acusación.
-Pues bien -contestó-, dalos también por incluidos en ella.
-¿Y dices que cómo habríamos de hacer nuestradefensa?
-Sí.
-Pues siguiendo el camino emprendido -repliqué yo-, encontraríamos, creo, lo que habría que decir. Y diremos que no sería extraño que también éstos, aun de ese modo, fueran felicísimos; peroque, como quiera que sea, nosotros no establecemos la ciudad mirando a que una clase de gente sea especialmente feliz, sino para que lo sea en el mayor grado posible la ciudad toda; porque pensábamosque en una ciudad tal encontraríamos más que en otra alguna la justicia, así como la injusticia en aquella en que se vive peor, y que, al reconocer esto, podríamos resolver sobre lo que hace tiempovenimos investigando. Ahora, pues, formamos la ciudad feliz, en nuestra opinión, no ya estableciendo diferencias y otorgando la dicha en ella sólo a unos cuantos, sino dándola a la ciudad entera; y...
Regístrate para leer el documento completo.