Libro
Preguntas ¿Dónde estarás, amor? Ni han devuelto tu nombre. Tu nombre que tan breve parecía, íntimo y murmurado al desnudarte con presteza musitando tu nombre. ¿Aún tu aliento tibio sobrevuela por el aire crispado, soledoso de una cárcel muy lejos, sin ventanas? ¿Y tu ojos, amor? Siguen siendo tan grises absortos y redondos, tus ojos de encontrarnosdecayendo la tarde? ¿Tus dos asombros brillos ansiosos de la vida, en la plaza entusiasta de canciones y pájaros? Y también por tu ojos, apropiadores grises, un silencio ultrajado de uniformes y absurdo. Y niños sollozantes robados en la noche, un rictus de banqueros, militares y curas. ¿Dónde estarás amor? ¿Guarda aún tu cuerpo el calor de mis manos, y tu piel desvelante mantiene todavía el temblorde mi beso recorriéndola toda? ¿Y tu voz me ha nombrado en ese mediodía, cuando fuiste arrastrada sin palabras y la gente impasible siguiendo su camino. ¿Me ha gritado tu voz en la alta noche? Silenciada, acallada, sometida. Amor, ¿mi nombre fue un vacío en tu lamento? ¿A qué sumar un rezo al perpetuo siniestro, imperdonable y siempre constancia de tu muerte? ¿Y tanto nos amamos que callaste minombre?
Eduardo Pérsico, de su libro ‘Resistencia Lunfarda’, 1985
Momento Irrepetible. Del silencio a la sombra la luz teje su trama prolija, minuciosa, sin dejar una hilacha. A bullicio los pibes van cubriendo la escena y al abrirse la escuela, ya entonces entra el día. Convención de torcazas, vaivenes, revoleos y atávico misterio a perderse lejano. Cada instante protege su perfil másoculto, con ecos y sonidos de rumor callejero. El momento es flamante, único, recién hecho, con cielo más opaco y verdor melancólico. Ahí cruza la vecina que ni siquiera mira y ya se desmelenan las ansias por el barrio. Eso sí que es la vida, no jodamos. Sin respuesta probable me abruma el universo y hoy quizá necesite imaginarme dioses que certeros acierten tanto enigma y mis ojos. Pero ninguno deellos, aún, me ha convocado. Por Eduardo Përsico. Nuestro último café Hay bares tan opacos que ni siquiera muestran, el brillo de unos ojos al decir sin reflejos ‘dejamos de querernos, los dos bien lo sabemos’. En la misma mirada juntamos las palabras, las tardes en el cuarto, los ardientes desnudos, y sin la menor huella de la emoción que fuimos, dejamos al costado los ‘te quiero’, del lado delsilencio. Sin ecos ni rencor, simplemente pasado, salimos a la calle. Y apenas nos dejamos una misma sonrisa, cada cual por su lado. Cuando llega el adiós por esas cosas, no es bueno esperarlo en Buenos Aires. Que en otoño y te extraño, tiene este modo tan cruel con el olvido.
Por Eduardo Pérsico. 12 de octubre de 1492
Llegaron con sus cruces y lanzas asesinas, y nosotros sólo éramos personas. Yun imprevisto amanecer vinieron y llegaron, jineteando en el lomo del mar estrepitoso. Del mar, motín de sal y oquedad milenaria inmemoriales hombres pisaron nuestra playa. Aquí vagaría el sol desflorando la sombra, satinando la pampa que era una resonancia. Interminable y sola extraviada en los mapas, la pampa indoblegable de todas las centurias. De metales y arneses vinieron y llegaron, y aquísólo el silencio de Dios y sus verdades. Esa verdad en silencio que repiten los tiempos sin sermones confusos ni discurso inventado. La inmensidad, un delirio, ensueño y desmesura quebrada por navíos que llegaron de lejos. Y dicen, no se sabe todavía, que por casa no había eco de los galopes de caballadas potras, crin al viento y relincho. Ni siquiera el arrullo rasguido de una viola conmovería...
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