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Páginas: 99 (24572 palabras) Publicado: 7 de mayo de 2014
1
Editado por Eyuka

CAPITULO I

Aquí: Uno

A las doce y media de la mañana de un día de mayo particularmente hermoso, el parque estaba
radiante. Las copas de los árboles más altos se balanceaban movidas por la brisa cálida, las flores de
los castaños, rosas o blancas, ponían notas de color entre las frondas y los macizos de flores brillaban
como joyas, pero Talia, sentada en su bancofavorito enfrente del estanque de los patos, a la sombra de
un inmenso sauce llorón, ni siquiera se daba cuenta de toda la belleza que se entendía a su alrededor.
Las lágrimas le impedían ver con claridad la punta de los zapatos que ya llevaba la vista para perderla
en la superficie del estanque, donde los nenúfares empezaban a florecer, lo único que veía era un
borrón verdoso salpicado dereflejos de sol; así que volvía a mirarse los zapatos mientras trataba de
quedarse quieta abrazándose a sí misma, conteniendo los sollozos que se le salían de la garganta.
Nunca había estado tan triste en sus doce años de vida recién cumplidos. Nunca había sentido esa
angustia, esa impotencia, esa necesidad de cambiar su mundo, de que todo lo que estaba pasando a su
alrededor desapareciera paravolver a ser como había sido antes, cuando eran felices, cuando sus
padres no se peleaban y se insultaban todos los días como ahora; que todo volviera a ser como cuando
su madre aún estaba en casa para recibirla con un beso al volver del colegio.
Ahora ya no tenía sentido volver a casa. Su padre estaba en el trabajo, su hermano se había ido a
casa de su amigo Pedro y su madre ya no estaba. Yano volvería a estar nunca. Por su culpa. Por lo que
ella le había dicho la noche pasada.
Sintió que no iba a poder controlarse más y se mordió las mejillas por dentro de la boca para no
ponerse a aullar allí mismo, en medio del parque.
- ¿No deberías estar en el colegio?- preguntó una voz profunda a su lado.
Talia se volvió, sorprendida, las lágrimas cayéndole como grandes gotas de lluviadesde la barbilla
a la pechera de su camiseta azul. No lo había oído llegar. Negó con la cabeza porque se sentía incapaz
de hablar todavía. Era como si una fuerte mano le apretara la garganta.
El que había preguntado era un viejo que se parecía un poco a la foto del abuelo que tenían en la
sala de estar: grande, con pelo blanco y muy fino, como de bebé, y ojos castaños hundidos entre las
arrugas.Tragó saliva varias veces hasta que pudo contestar:
-Los viernes salimos a las doce.
-Y no debes tener mucha hambre aún, porque no te has ido a casa corriendo.
-No puedo irme a casa- contestó, sin poder ya contener los sollozos.

2

-¡Vamos, vamos!- animó el hombre-. Un chica tan bonita y tan mayor como tú no debería llorar
por cualquier tontería. ¿Qué pasa? ¿Te has olvidado la llave?¿Quieres que llamemos a tu madre?
En la mano del hombre había aparecido un móvil plateado.
Talia negó con la cabeza:
-Mi madre no quiere hablar conmigo. No quiere verme nunca más. Ayer se fue a casa y dijo que
no quería verme nunca más.
Esta vez el ataque de llanto duró mucho tiempo. El hombre le tendió un pañuelo muy planchado
que olía a colonia y esperó tranquilamente a que se le pasara.-¿Por qué?- preguntó cuando la vio más tranquila-. Cuéntamelo anda. A veces hablar ayuda,
¿sabes?
Ella se volvió de nuevo hacia el viejo, casi furiosa:
-¡No ayuda! ¡Hablar no ayuda más! ¡Mis padres llevan hablando desde la Navidad y lo único que
hacen es gritarse y decirse cosas horribles! ¡Todos decimos cosas horribles!
-¿Tu también?
Talia volvió a llorar desesperadamente, como si las lágrimasno se le fueran a acabar nunca.
-Ayer- dijo por fin en voz baja, tan baja que el hombre tuvo que acercarse un poco para poderla
oír-, ayer tuvieron una pelea espantosa delante de nosotros, mi madre dijo otra vez que se iba de casa,
lleva desde Semana Santa diciendo que se va, que está harta de todo, que no aguanta más; y yo no
puedo dormir, cada vez que me voy a la cama pienso que cuando...
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