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—Querido Diario —susurró Elena—, ¡qué frustrante es
esto! Te he dejado en el maletero del Jaguar y son las dos de la
madrugada. —Clavó el dedo en su pierna bajo el camisón como
si fuese un bolígrafo y estuviese colocando un punto, y luego
susurró aún más quedo, apoyando la frente en la ventanilla—:
Y tengo miedo de salir fuera... en medio de la oscuridad... para
recuperarte. ¡Tengomiedo!
Volvió a clavar el dedo y luego, sintiendo correr las lágri
mas por las mejillas, activó de mala gana en su móvil el modo
grabación. Eso malgastaría estúpidamente la batería, pero no
tenía otra opción: necesitaba hacerlo.
—Así que sigo aquí —dijo en voz baja—, sentada, bien tie
sa, en el asiento trasero del coche. Ésa sería mi anotación de hoy
en el diario. A propósito, creamos unaregla para este viaje en
coche: yo duermo en el asiento trasero del Jag y el campo es
para Matt y Damon. Ahora mismo está tan oscuro ahí fuera que
no consigo ver a Matt por ninguna parte... Casi me vuelvo loca;
no podía dejar de llorar, me siento perdida y tan sola al no tener
a Stefan...
»Tenemos que deshacernos del Jaguar; es demasiado gran
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de, demasiado rojo, demasiado llamativo y demasiado fácil de
recordar cuando lo que intentamos es precisamente pasar de
sapercibidos mientras viajamos al lugar donde podremos liberar
a Stefan. Una vez que vendamos el coche, el colgante de lapis
lázuli y diamantes que Stefan me dio el día antes de desapare
cer será el objeto más preciado que me quede. El día antes... de
que aStefan le engañasen para que se fuese, convencido de que
podía convertirse en un ser humano normal. Y ahora...
»¿Cómo puedo dejar de pensar en lo que «ellos» podrían
estarle haciendo en este mismo instante..., quienesquiera que
sean «ellos»? Probablemente los kitsune, los malvados espíri
tus zorro de la prisión llamada el Shi no Shi.
Elena hizo una pausa para limpiarse la nariz con la mangadel camisón.
—¿Cómo diablos me metí en esta situación? —Sacudió la
cabeza y golpeó el respaldo del asiento con el puño apretado—.
A lo mejor si pudiese entender eso, se me podría ocurrir un
plan A. Siempre lo tengo. Y mis amigas siempre tienen planes
B y C para ayudarme. —Elena pestañeó con energía, pensando
en Bonnie y Meredith—. Pero ahora temo que nunca volveré a
verlas. Y sientoinquietud por toda la ciudad de Fell’s Church.
Por un momento permaneció sentada con el puño apretado
sobre la rodilla, mientras una vocecita decía en su interior:
«Pues deja de gimotear, Elena, y piensa. Haz el favor de pensar.
Empieza por el principio».
¿El principio? ¿Cuál fue el principio? ¿Stefan?
No, ella había vivido en Fell’s Church mucho antes de que
llegara Stefan.
Poco a poco, casicomo en sueños, dijo al móvil:
—En primer lugar: ¿quién soy? Soy Elena Gilbert, de diecio
cho años. —Aún más despacio, siguió—: No, no creo que sea
vanidoso decir que soy guapa. Para no saber que lo soy, no
tendría que haberme mirado nunca a un espejo ni oído un ha
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lago. No es algo de lo que debiera sentirme orgullosa..., no es
másque algo que me transmitieron mis padres.
»Tengo el pelo rubio que me cae en una especie de ondula
ciones cortas por debajo de los hombros y ojos azules que algu
nas personas han dicho que son como el lapislázuli: azul oscu
ro con salpicaduras doradas. —Profirió una carcajada medio
sofocada—. A lo mejor es por eso que les gusto a los vampiros.
A continuación apretó los labios y, clavandola mirada en la
oscuridad total que la rodeaba, dijo con seriedad:
—Muchos chicos me han dicho que soy la chica más ange
lical del mundo. Y yo jugueteé con ellos; me limité a utilizar
les... para obtener popularidad, por diversión, por lo que fuese.
Seré honesta, ¿de acuerdo? Los consideraba juguetes o trofeos.
—Hizo una pausa—. Pero había algo más. Algo que toda mi
vida supe que...
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