Libros narrativos
Aristóteles
Edición Electrónica de www.philosophia.cl / Escuela de Filosofía Universidad ARCIS
Traducción de Valentín García Yebra
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Nota a esta edición electrónica. De acuerdo a la costumbre, los textos del corpus aristotélico son citados desde la edición en lengua griega de Immanuel Bekker, (Academia Regia Borussica, Berlin, 1831‐1870) refiriéndose al número de página, columna y línea sucesivamente. Tal nomenclatura es mantenida para la presente edición electrónica con objeto de hacerla compatible al sistema universal de citación para Aristóteles, y se encuentra en fuente oscurecida dentro del cuerpo del texto. Conservamos, en concordancia a la norma internacional, la designación en letra griega para cada libro.
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ÍNDICE
LIBRO I - 4 LIBRO II - 23 LIBRO III - 26 LIBRO IV - 38 LIBRO V - 54 LIBRO VI - 77 LIBRO VII - 82 LIBRO VIII - 105 LIBRO IX - 112 LIBRO X - 124 LIBRO XI - 137 LIBRO XII - 156 LIBRO XIII - 170LIBRO XIV - 190 -
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Α LIBRO I Capítulo 1 (985a) Todos los hombres desean por naturaleza saber. Así lo indica el amor a los sentidos; pues, al margen de su utilidad, son amados a causa de sí mismos, y el que más de todos, el de la vista. En efecto, no sólo para obrar, sino también cuando no 25 pensamos hacer nada, preferimos la vista, por decirlo así, a todos los otros. Y la causa en que, de los sentidos, éste es el que nos hace conocer más, y nos muestra muchas diferencias. Por naturaleza, los animales nacen dotados de sensación; pero ésta no engendra en algunos la memoria, mientras que en otros sí. Y por uso de éstos son más prudentes y más aptos para aprender (980b) que los que no pueden recordar; son prudentes sin aprender los incapaces de oír los sonidos (como la abeja y otros animales semejantes, si los hay); aprenden, en cambio, los que, además de memoria, tienen este sentido. 25 Los demás animales viven con imágenes y recuerdos, y participan poco de la experiencia. Pero el género humano dispone del arte y del razonamiento. Y del recuerdo nace para los hombres la experiencia, pues muchos recuerdos de la misma cosa (981a) llegan a constituir una experiencia. Y la experiencia parece, en cierto modo, semejante a la ciencia y al arte, pero la ciencia y el arte llegan a los hombres a través de la experiencia. Pues la experiencia hizo el arte como dice Polo, y la inexperiencia 5 el azar. Nace el arte cuando de muchas observaciones experimentales surge una noción universal sobre los casos semejantes. Pues tener la noción de que a Calias, afectado por tal enfermedad, le fue bien tal remedio, y lo mismo a Sócrates y a otros muchos considerados individualmente, es propio de la 10 experiencia; pero saber que fue provechoso a todos los individuos de tal constitución, agrupados en una misma clase y afectados por tal enfermedad, por ejemplo a los flemáticos, a los biliosos o a los calenturientos, corresponde al arte. Pues bien, para la vida práctica, la experiencia no parece ser en nada inferior al arte, sino que incluso tienen más éxito 15 los expertos que los que, sin experiencia, poseen el conocimiento de las cosas singulares, y el arte, de la universales; y todas las acciones y generaciones se refieren a lo singular. No es al hombre, efectivamente, a quien sana el médico, a no ser accidentalmente, sino a Calias o a Sócrates, o a otro de los así 25 llamados, que, además, es hombre. Por consiguiente, si alguien tiene, sin la experiencia, el conocimiento teórico, y sabe lo universal pero ignora su contenido singular, errará muchas ...
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