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Páginas: 175 (43572 palabras) Publicado: 25 de mayo de 2013
Julio Cortázar

La autopista del sur

Al principio la muchacha del Dauphine había insistido en llevar la cuenta del tiempo, aunque al ingeniero del
Peugeot 404 le daba ya lo mismo. Cualquiera podía mirar su reloj pero era como si ese tiempo atado a la
muñeca derecha o el bip bip de la radio midieran otra cosa, fuera el tiempo de los que no han hecho la
estupidez de querer regresar a Paríspor la autopista del sur un domingo de tarde y, apenas salidos de
Fontainbleau, han tenido que ponerse al paso, detenerse, seis filas a cada lado (ya se sabe que los domingos la
autopista está íntegramente reservada a los que regresan a la capital), poner en marcha el motor, avanzar tres
metros, detenerse, charlar con las dos monjas del 2HP a la derecha, con la muchacha del Dauphine a laizquierda, mirar por retrovisor al hombre pálido que conduce un Caravelle, envidiar irónicamente la felicidad
avícola del matrimonio del Peugeot 203 (detrás del Dauphine de la muchacha) que juega con su niñita y hace
bromas y come queso, o sufrir de a ratos los desbordes exasperados de los dos jovencitos del Simca que
precede al Peugeot 404, y hasta bajarse en los altos y explorar sin alejarse mucho(porque nunca se sabe en
qué momento los autos de más adelante reanudarán la marcha y habrá que correr para que los de atrás no
inicien la guerra de las bocinas y los insultos), y así llegar a la altura de un Taunus delante del Dauphine de la
muchacha que mira a cada momento la hora, y cambiar unas frases descorazonadas o burlonas con los
hombres que viajan con el niño rubio cuya inmensadiversión en esas precisas circunstancias consiste en hacer
correr libremente su autito de juguete sobre los asientos y el reborde posterior del Taunus, o atreverse y
avanzar todavía un poco más, puesto que no parece que los autos de adelante vayan a reanudar la marcha, y
contemplar con alguna lástima al matrimonio de ancianos en el ID Citroën que parece una gigantesca
bañadera violeta dondesobrenadan los dos viejitos, él descansando los antebrazos en el volante con un aire de
paciente fatiga, ella mordisqueando una manzana con más aplicación que ganas.
A la cuarta vez de encontrarse con todo eso, de hacer todo eso, el ingeniero había decidido no salir más de su
coche, a la espera de que la policía disolviese de alguna manera el embotellamiento. El calor de agosto se
sumaba a esetiempo a ras de neumáticos para que la inmovilidad fuese cada vez más enervante. Todo era olor
a gasolina, gritos destemplados de los jovencitos del Simca, brillo del sol rebotando en los cristales y en los
bordes cromados, y para colmo sensación contradictoria del encierro en plena selva de máquinas pensadas
para correr. El 404 del ingeniero ocupa el segundo lugar de la pista de la derechacontando desde la franja
divisoria de las dos pistas, con lo cual tenía otros cuatro autos a su derecha y siete a su izquierda, aunque de
hecho sólo pudiera ver distintamente los ocho coches que lo rodeaban y sus ocupantes que ya había detallado
hasta cansarse. Había charlado con todos, salvo con los muchachos del Simca que caían antipáticos; entre
trecho y trecho se había discutido la situación ensus menores detalles, y la impresión general era que hasta
Corbeil-Essones se avanzaría al paso o poco menos, pero que entre Corbeil y Juvisy el ritmo iría acelerándose
una vez que los helicópteros y los motociclistas lograran quebrar lo peor del embotellamiento. A nadie le
cabía duda de que algún accidente muy grave debía haberse producido en la zona, única explicación de una
lentitud tanincreíble. Y con eso el gobierno, el calor, los impuestos, la vialidad, un tópico tras otro, tres
metros, otro lugar común, cinco metros, una frase sentenciosa o una maldición contenida.
A las dos monjitas del 2HP les hubiera convenido tanto llegar a Milly-la-Fôret antes de las ocho, pues
llevaban una cesta de hortalizas para la cocinera. Al matrimonio del Peugeot 203 le importaba sobre todo no...
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