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Páginas: 33 (8195 palabras) Publicado: 23 de noviembre de 2013
La aprendiza del mago - Karen Haber
Hacía frío en la sala de techo alto y abovedado de la casa del mago Néstor. El fuego se había reducido a un mortecino rescoldo, y un viento helado silbaba a través de un agujero de la ventana y sonaba entre las vigas.

El hechicero había estado estudiando su libro de magia, enfrascado en las runas antiguas, borrosas, hasta que el calor del fuego lo habíaadormecido. El libro de magia con cantos dorados yacía abierto sobre su regazo. Ahora, despertado repentinamente por una ráfaga fría, se incorporó con brusquedad en el asiento, cortándose en su garganta un ronquido inacabado, y miró alrededor de la habitación. Temblando de frío, se arrebujó en su túnica de pieles blancas, cerró con un golpe seco el libro que tenía en el regazo, y se puso de pie. Susbotas negras, desgastadas, crujieron: eran viejas y necesitaban una buena mano de grasa.

El mago Néstor era un hombre nervudo, añoso, con una aureola de cabello blanco, barba larga y cana que se iba estrechando hacia la punta, y ojos de color gris claro con una pizca de azul en sus profundidades. Su piel estaba surcada de arrugas, como la fina corteza marrón de un árbol. De hecho, era bastantemás viejo que el árbol más antiguo de la montaña Fennet. Pero Néstor se movió ahora con la energía de un hombre la mitad de joven que él.

-Fuego -refunfuñó-. El conjuro para el fuego. Vamos, lo sabes tan bien como tu propio nombre. -Se volvió hacia la oscura chimenea, con los brazos levantados, y articuló tres sílabas cortas y ásperas, con la voz de una gran ave de rapiña, y a continuación unsonido breve y silbante. Las llamas surgieron de inmediato, e iluminaron el rostro del mago con un fulgor anaranjado. Él asintió con satisfacción, haciendo mecer la barba sobre su pecho, y acercó sus dedos, largos y sarmentosos, hacia el chisporroteante calor-. ¡Así le salgan viruelas a ese Jotey! -dijo-. ¡Pagar así mi confianza! ¡Cría cuervos...! Se larga y me deja colgado, y tengo que encargarmede todo. -Néstor cogió la tetera de hierro, la llenó con agua del cubo que había junto a la chimenea, y la puso a calentar en su brasero.

El agua apenas empezaba a hervir en la tetera cuando la puerta de la casa chirrió sobre sus viejos goznes y se abrió lentamente. Era Renno, el sirviente del mago desde hacía muchos años, envuelto en su capa de piel gris. Era un hombre pequeño, enjuto, quellevaba el cabello, negro como carbón, peinado hacia atrás y trenzado en una gruesa coleta que le llegaba hasta la mitad de la espalda. Sus ojos eran negros como el azabache, sus mejillas rubicundas, y su nariz bulbosa, brillante, excesivamente llamativa. Guardaba un gran parecido con los muñecos que ofrecían los vendedores de amuletos en el mercado de Rondish los días festivos. A su lado había otrafigura pequeña de aspecto tímido, cuyos rasgos quedaban ocultos casi por completo bajo la capa negra, de tejido tosco, demasiado grande para su tamaño. Néstor comprendió que se trataba del nuevo aprendiz.

-Bien -dijo-. Lo has traído.

-Oh, hombre sabio... -empezó Renno mientras levantaba las manos.

-No te quedes parado en la puerta, Renno. Ya hace bastante frío aquí dentro. Entra ycierra. Cuanto antes entréis en calor, antes podremos poner al chico a trabajar en sus tareas.

-Poderoso y gran mago...

-¡Deja de farfullar, hombre! Y deja de moverte a mi alrededor como un pato mareado. Venid. Venid los dos, y acercaos al fuego para entrar en calor. -El mago puso otras dos tazas junto a la suya y vertió en ellas la fragante infusión, humeante y dorada, de la tetera de hierro.El sirviente abrió la boca otra vez, como si fuese a argumentar algo, pero después se encogió de hombros, la volvió a cerrar, y se acerco al fuego. La pequeña figura de la capa hizo un alto para cerrar la puerta antes de seguir a Renno hacia la chimenea.

- Té ardiente -dijo el mago-. Aquí tenéis. Bebedlo. En noches como hace entrar en calor hasta el alma.

Una mano pequeña salió de debajo...
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