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HERNÁN DEL SOLAR
PREMIO NACIONAL DE LITERATURA 1968
I LUSTRACIONES THOMAS GERBER
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Camino de la montaña
En un tiempo que nadie sabe con exactitud
cuándo fue, y que los buenos historiadores
calculan con apreciables diferencias, vivía en el
flanco de una montaña cierto pueblo de enanos
trabajadores e inteligentes. Las casas eran
pequeñitas, detecho rojo, ventanas verdes y
puertas con aldaba de bronce. Tenían el aspecto de
palomares. Algunas -las más ricas- poseían veletas
hermosas: una flor de cuatro pétalos, uno para
cada viento del mundo.
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Era agradable, a mediodía y al atardecer, mirar
cómo de todos los hogares -los suntuosos y los
humildes- subía al cielo un fino penacho de humo.
Alrededor volaban unos pájaros diminutos,cantando canciones que parecían voces de flautas.
El pueblo de los enanos era tranquilo. Poseía un
jefe, Motóla, llamado el grande entre los suyos.
Esto no quería decir que Motóla fuese más alto que
los demás enanos de su especie. Su grandeza
consistía en una siempre demostrada bondad del
corazón y una aguda actividad de su inteligencia.
Cuando se producía alguna dificultad entre losenanos, Motóla examinaba el caso con
detenimiento y después juzgaba de acuerdo con su
sabiduría, dejando satisfechos a inocentes y
culpables: a los primeros, porque les protegía la
inocencia; a los segundos, porque les obligaba a
reconocer su culpa y les daba el deseo de
enmendarse, sin que les quedara en el alma el más
leve asomo de rencor.
Los enanos vestían como siempre han vestido losenanos, con una elegancia pintoresca que no puede
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olvidar quien la ha visto. Un gorro blanco, con una
borla roja, les protegía la cabeza. Una casaca azul,
de mangas anchas con botones dorados, les daba
cierta esbeltez indiscutible. Las medias rojas no
necesitaban ser muy grandes para cubrirles las
piernas del tamaño de un dedo de hombre. Los
puntiagudos zapatos les
El pueblo de losenanos era tranquilo. Poseía un
jefe, Motóla, llamado el grande entre los suyos.
Esto no quería decir que Motóla fuese más alto que
los demás enanos de su especie. Su grandeza
consistía en una siempre demostrada bondad del
corazón y una aguda actividad de su inteligencia.
Cuando se producía alguna dificultad entre los
enanos, Motóla examinaba el caso con
detenimiento y después juzgaba deacuerdo con su
sabiduría, dejando satisfechos a inocentes y
culpables: a los primeros, porque les protegía la
inocencia; a los segundos, porque les obligaba a
reconocer su culpa y les daba el deseo de
enmendarse, sin que les quedara en el alma el más
leve asomo de rencor.
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Los enanos vestían como siempre han vestido los
enanos, con una elegancia pintoresca que no puede
olvidar quien la havisto. Un gorro blanco, con una
borla roja, les protegía la cabeza. Una casaca azul,
de mangas anchas con botones dorados, les daba
cierta esbeltez indiscutible. Las medias rojas no
necesitaban ser muy grandes para cubrirles las
piernas del tamaño de un dedo de hombre. Los
puntiagudos zapatos les
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permitían afirmarse bien en la tierra. Algunos
enanos solían colocarse cascabeles enla cintura;
pero esto era una extravagancia que únicamente
algunos jóvenes presumidos se atrevían a lucir. En
realidad, los enanos eran silenciosos y todo ruido,
al caminar, les disgustaba.
No es de extrañar, pues, amigos del silencio
como eran, que una mañana amanecieran todos
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sumamente intranquilos. Algo -no sabían
qué-estremecía el suelo, sonando con ritmo sordo.
Se abrieronventanas y puertas y asomaron por
todas partes las cabezas de los enanos, fruncido el
ceño, arrugada la nariz, los ojos llenos de
interrogaciones. ¿Qué ruido era aquél? Nunca se
había escuchado uno parecido.
Como en todos los casos difíciles, el campanero
se colgó de las cuerdas de una gran campana que
había al centro del pueblo, y tocó pausadamente
durante unos minutos. La campana llamaba a...
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