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Páginas: 81 (20200 palabras) Publicado: 22 de enero de 2015
Soy

Inés

Suárez,

vecina

de

la

leal

ciudad de Santiago de la Nueva Extremadura, en el Reino de Chile, en el año 1580 de Nuestro Señor.
De la fecha exacta de mi nacimiento no estoy segura, pero,
según mi madre, nací después de la hambruna y la tremenda
pestilencia

que

asoló

a

España

cuando

murió

Felipe

el

Hermoso. No creo que la muerte del reyprovocara la peste,
como decía la gente al ver pasar el cortejo fúnebre, que dejó
flotando

en

el

aire,

durante

días,

un

olor

a

almendras

amargas, pero nunca se sabe. La reina Juana, aún joven y
bella, recorrió Castilla durante más de dos años llevando de
un lado a otro el catafalco, que abría de vez en cuando para
besar

los

labios

de

su

marido,

conla

esperanza

de

que

resucitara. A pesar de los ungüentos del embalsamador, el
Hermoso hedía. Cuando yo vine al mundo, ya la infortunada
reina,

loca

de

atar,

estaba

recluida

en

el

palacio

de

Tordesillas con el cadáver de su consorte; eso significa que
tengo por lo menos setenta inviernos entre pecho y espalda y
que antes de la Navidad he de morir.Podría decir que una
gitana a orillas del río Jerte adivinó la fecha de mi muerte,
pero sería una de esas falsedades que suelen plasmarse en los
libros y que por estar impresas parecen ciertas. La gitana
sólo me auguró una larga vida, lo que siempre dicen por una
moneda.

Es

mi

corazón

atolondrado

el

que

me

anuncia

la

proximidad del fin. Siempre supe que moriríaanciana, en paz
y en mi cama, como todas las mujeres de mi familia; por eso
no vacilé en enfrentar muchos peligros, puesto que nadie se
despacha al otro mundo antes del momento señalado. «Tú te
estarás

muriendo

tranquilizaba

de

Catalina,

viejita
en

su

no

afable

más,

señoray»,

castellano

me

del Perú,

cuando el porfiado galope de caballos que sentía en elpecho
me lanzaba al suelo. Se me ha olvidado el nombre quechua de

Catalina y ya es tarde para preguntárselo —la enterré en el
patio

de

mi

seguridad

de

casa
la

hace

muchos

precisión

y

años—,

pero

veracidad

de

tengo

sus

plena

profecías.

Catalina entró a mi servicio en la antigua ciudad del Cuzco,
joya de los incas, en la época deFrancisco Pizarro, aquel
corajudo
cuidaba

bastardo
cerdos

que,

en

según

España

y

dicen

las

terminó

lenguas

convertido

sueltas,

en

marqués

gobernador del Perú, agobiado por su ambición y por múltiples
traiciones. Así son las ironías de este mundo nuevo de las
Indias, donde no rigen las leyes de la tradición y todo es
revoltura:

santos

y

pecadores,blancos,

negros,

pardos,

indios, mestizos, nobles y gañanes. Cualquiera puede hallarse
en cadenas, marcado con un hierro al rojo, y que al día
siguiente
vivido

la

más

fortuna,

de

con

cuarenta

un

años

revés,
en

el

lo

eleve.

Nuevo

Mundo

He
y

todavía no me acostumbro al desorden, aunque yo misma
me he beneficiado de él; si me hubiesequedado en mi
pueblo natal, hoy sería una anciana pobre y ciega de
tanto hacer encaje a la luz de un candil. Allá sería
la

Inés,

costurera

de

la

calle

del

Acueducto.

Aquí

soy doña Inés Suárez, señora muy principal, viuda del
excelentísimo

gobernador

don

Rodrigo

de

Quiroga,

conquistadora y fundadora del Reino de Chile.
Por lo menos setenta añostengo, como dije, y bien vividos,
pero

mi

alma

y

de

la

resquicios

mi

corazón,

juventud,

se

atrapados
preguntan

todavía
qué

en

diablos

los
le

sucedió al cuerpo. Al mirarme en el espejo de plata, primer
regalo de Rodrigo cuando nos desposamos, no reconozco a esa
abuela

coronada

de

pelos

blancos

que

me

mira

de

vuelta....
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