Libros
Carlos se restregó los ojos con las manos después de bostezar. Estaba sentado frente a varios monitores. Eran las dos de la madrugada. Unos pocos ruidos apagados, como distantes, salvaban al hospital del silencio total, de ese silencio inquietante que hace voltear a las personas que lo atraviesan.Desde el comienzo de su turno pocas personas habían cruzado frente a las cámarasque mostraban los blancos pasillos del hospital. Carlos revolvió la pila de revistas que se amontonaban sobre la mesa y empezó a ojear una de autos. - Algún día voy a tener uno como este -murmuró al mirar una foto. Estaba pasando la página cuando por el rabillo del ojo notó que algo se movía en una de las pantallas; una enfermera de bata blanca iba atravesando un pasillo. Carlos volvió a ojear larevista, pero un pensamiento lo hizo mirar nuevamente hacia la pantalla, mas la enfermera ya no estaba. Hasta el momento no había notado algo: había visto anteriormente a aquella mujer pero solamente en la pantalla, nunca se había cruzado con ella, y creía conocer a todo el personal del hospital. l asunto no era algo alarmante, pensó que se debía tratar de alguien nuevo allí, pero aquella dudafue suficiente para mantenerlo más atento el resto de la jornada. La noche siguiente, apenas llegó fue hasta la pieza que las enfermeras usaban para descansar. Saludó al grupo que se hallaba allí y tomó asiento al lado de la encargada de turno. - Rosa, ¿ha trabajado estas noches una muchacha que no conozco, una nueva? -le preguntó Carlos.- No, que no conozcas no. Como está la cosa hoy en día, elhospital no está como para tomar más gente. ¿Por qué lo preguntas?- Por nada importante. Es sólo para estar al tanto, cosas de vigilante. Bueno, gracias. Me oy a mi sala.En la sala se puso a revisar filmaciones pasadas; no había ni un registro de la enfermera misteriosa, no aparecía en ningún video. Carlos apartó la vista de las imágenes que revisaba y se llevó la mano al mentón, pensativo. Depronto apareció algo en una de las pantallas. La enfermera atravesaba el pasillo y se detuvo bruscamente, levantó la cabeza y quedó mirando hacia la cámara, hacia Carlos; hizo un gesto grotesco, todo su rostro se retorció, se deformó monstruosamente, y luego se alejó con anormal rapidez
La muerte dos veces
Para ellos dos, tarde o temprano, encontrar la muerte en ese lugar sería un hechoineludible. La mañana del día número once de combate los despertó con el estruendo de una bala de mortero que estalló a escasos metros. A eso le siguió una ráfaga de metralla de grueso calibre, y el sonido del motor de los panzer, que se alineaban para empezar la contraofensiva. Las cosas habían permanecido en calma por dos horas durante la noche..Dirk y Carl estaban incómodos en la estrecha trinchera dela primer línea de combate. El calor era sofocante tanto de día como de noche y el olor rancio de sus pieles se confundía con el vaho a pólvora, muerte y putrefacción, que provenía del terreno abierto. En otra ocasión, una vez cesado el fuego, ellos y los otros hubieran salido a recoger los cuerpos dispersos, pero en ese momento eran consientes de que si se salían del pozo no volverían convida.Ambos, con diecinueve años a cuesta, habían pelado en diferentes frentes, cada uno con un clima, un terreno y una modalidad de hostigamiento diferente. Frente a sus ojos vieron pasar los cadáveres de muchos de sus amigos como cuerpos mutilados de la manera más absurda e inimaginable. Muchas veces habían tenido miedo y habían sentido el gélido aliento de la muerte soplándole sobre sus nucas, peroestos diez días de combate consecutivo estaban siendo los peores. Con seguridad, pensaban, no saldrían vivos de ésta.Dirk asomó la cabeza un tanto y vio a unos doscientos metros a tres hombres de uniforme verde y cascos de visera curva. Sin duda se habían adelantado a su batallón, o estaban perdidos. No lo sabía con certeza. Uno de ellos se había enganchado en el primer cerco de alambre de...
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