lic. n narcomenudeo
JUAN LUCAS ese pájaro quiere tuna comentó su padre cierto día, cuando sorprendió el canturreo.
NARRADOR: El muchacho lleno de vergüenza no volvió a cantar; pero el padre Juan Lucas, indio tzeltal de Bachajón se había adueñado del secreto de su hijo.
Ella también era de Bachajón; pequeña, redondita y suave. Día con día, cuando iba por agua al riachuelo, pasaba frente al portalillode Juan Lucas… Ahí un joven sentado ante a una vasija de barro crudo, un cántaro redondo y botijón, al que nunca daban fin aquellas manos diestras e incansables…
Sabe Dios como, una mañanita chocaron dos miradas. No hubo ni chispa, ni llama, ni incendio después de aquel tope, que apenas si pudo hacer palpitar las alas del petirrojo anidado entre las ramas del granjeno que crecía en el solar. Sinembargo, desde entonces, ella acortaba sus pasos frente a la casa del alfarero y de ganchete arriesgaba una mirada de urgidas timideces.
Él, por su parte, suspendía un momento su labor, alzaba los ojos y abrazaba con ellos la silueta que se iba en pos del sendero, hasta perderse en el follaje que bordea el río.
Fue una tarde refulgente, cuando el padre —Juan Lucas, indio tzeltal de Bachajón—hizo a un lado el torno en que moldeaba una pieza… Siguió con la suya la mirada de su muchacho, hasta llegar al sitio en que éste la había clavado… Ella, el fin, el designio, al sentir sobre sí los ojos penetrantes del viejo, quedó petrificada en medio de la vereda. La cabeza cayó sobre el pecho, ocultando el rubor que había en sus mejillas.
JUAN LUCAS: ¿Esa es? preguntó en seco el anciano a suhijo.
NOVIO: Si respondió el muchacho, y escondió su desconcierto en la reanudación de la tarea.
NARRADOR: El Prencipal‖, un indio viejo, venerable de años e imponente de prestigios, escuchó solícito la demanda de Juan Lucas:
JUAN LUCAS: El hombre joven, como el viejo, necesitan la compañera, que para el uno es flor perfumada y, para el otro, bordón… Mi hijo ya ha puesto sus ojos en una.PRENCIPAL: Cumplamos la ley de Dios y démosle goce al muchacho como tú y yo, Juan Lucas, lo tuvimos un día… ¡Tú dirás lo que se hace!
JUAN LUCAS: Quiero que pidas a la niña para mi hijo.
PRENCIPAL: Ése es mi deber como ―Prencipal‖… Vamos, ya te sigo, Juan Lucas.
NARRADOR: Frente a la casa de la elegida, Juan Lucas, cargado con una libra de chocolate, varios manojos de cigarros de hoja, un terciode leña y otro de ocote‖, aguarda, en compañía del Prencipal‖ de Bachajón, que los moradores del jacal ocurran a la llamada que han hecho sobre la puerta.
A poco, la etiqueta indígena todo lo satura:
BIBIANA PETRA: Ave María Purísima del Refugio dice una voz que sale por entre las rendijas del jacal.
PRENCIPAL: Sin pecado original concebida
NARRADOR: La puertecilla se abre. Gruñe un perro.Una nube de humo atosigante recibe a los recién llegados que pasan al interior; llevan sus sombreros en la mano y caravanean a diestro y siniestro.
Al fondo de la choza, la niña motivo del ceremonial acontecimiento echa tortillas. Su cara, enrojecida por el calor del fuego, disimula su turbación a medias, porque está inquieta como tórtola recién enjaulada; pero acaba por tranquilizarse frente...
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