licenciado

Toya estaba lejos de la realidad, en sus sueños, llenos de luces y de colores, cuando su abuela le despertó plantándole un beso en la frente, trayéndole de vuelta a la realidad. Abrió los ojos y el dolor comenzó a atravesar su piel: era hora de las pastillas matutinas.
Aún entre dormido y despierto, tomó la pastilla entre sus manos, su piel le arde, pero finge que todo está bien, no queríapreocupar a su abuela. Entonces, pregunta lo mismo que todas las mañanas:
Abuela, ¿cuándo viene mi mami?
La mirada de Akane se llena de tristeza, acariciando el rostro de Toya asienta y responde:
Pronto, Toya. Ahora, toma rápido esa pastilla, no queremos que te arda el rostro.
Akane se levanta a ordenar el cuarto de Toya e, y murmura, pensando en voz alta:
Si no hubiera sido por esa malditaguerra, por esa maldita bomba, mi Toya no tuviera que pasar por esta enfermedad. El inocente…
Sus ojos se paran en el rostro de Toya quien había terminado de tomar la pastilla y la miraba atento. Akane menea su cabeza intentando deshacerse de esos pensamientos.
Con la misma inocencia de siempre, Toya pide a Akane:
¿Puedo ver la foto de mis padres? A veces, tengo miedo de que me hayanolvidado…
La abuela enseña la fotografía que tenía en su pecho y el rostro de Toya se ilumina de alegría de repente. Akane suspira y musita:
A veces yo también tengo miedo, pero no hay que perder la esperanza, aunque se encuentren en esa tierra lejana, les siento cerca en mi corazón y en tuyo, Toya.
De repente el abuelo irrumpe en la habitación de Toya, vociferando:
¡Akane, mujer, rápido que ya estarde! Toya, vístete pronto.
Akaito se aleja de la escena reprochando la tardanza. Toya, sin menor intención de molestar aún más a su abuelo se alista tan rápido como puede, se acerca a su calendario, tacha un día, que se une a los tantos otros , en los que no ha visto a sus padres y se apresura saliendo de su habitación.
Toya, cubierto la piel, como siempre, estaba jugando cerca del negocio desus abuelos. Observaba a la gente pasar. Su abuela ayudaba a Akaito a atender a los clientes, que eran pocos. De repente su mirada se fija en un rostro hermoso. No podía apartar los ojos de ella. Parecía un ángel, con la piel limpia, los rayos del sol la iluminaban. Mirándola, llevaba largo rato, cuando notó que de su mano, se resbalaba una pulsera brillante como sus ojos.
Se apresuró entonces arecogerla, y estiró los brazos, entregándosela.
¡Hola! -dijo con la voz llena de nervios.- Creo que ésta pulsera es tuya.
La niña lo miró, diferente a como los adultos lo hacían, como alguien normal. Sin muestra de compasión o pena.
Gracias. -contestó- Si la perdía mi madre me hubiera matado.
Con curiosidad propia de una niña, preguntó sin ninguna malicia:
- ¿Qué te pasó en lacara? ¿Por qué tienes esas manchas?
Es una enfermedad, se llama… Hmmm xeroooo… No me acuerdo. Pero no puedo acercarme al sol.
Kohana reparó entonces, que la abuela de Toya los miraba curiosa a lo lejos.
¿Quién es ella?
Es mi abuela, Akane. Me cuida siempre.- soltó una risa- ¡Ah lo siento! Me llamo Toya, ¿y tú?
Kohana. ¿Vives con tus abuelos? - preguntó mientras acariciaba subrazalete. Parecía un poco distraída.
Aja.- dijo mientras asentaba con la cabeza.
¿Y tus padres?
Ellos viven lejos, en Estados Unidos. Trabajan ahí.
¿En un mercado también?
No. Hmm no sé en donde…
Kohana sonrió y se estiró, haciendo un gesto como queriendo tocarle la mano. En ese momento, una señora hermosa, casi tan bella como Kohana apareció y tomó del brazo a su nueva amiga, fuertemente. Toyasintió irás. Pero no pude terminar que la ira le invada porque cuando la mirada de aquella mujer se detuvo en su rostro. Dijo, sintiendo cada palabra con el mayor desprecio:
Kohana, ¿qué haces aquí con este monstruo? no entiendo, tu manía de apegarte a los que no te corresponden… a los pobres- miró a Kohana, como esperando respuesta, pero al obtener sólo silencio y una mirada confundida...