Licenciado
Bien lo decía el escritor yucateco Raúl Rodríguez Cetina, “Siempre he comprendido que escribir literatura no es una vocación de mayorías porque implica soledad. Ningúnescritor con cierto talento puede escribir rodeado por el bullicio familiar, tampoco en medio de amantes y menos entre uno o varios hijos”, y no sólo escribir, también leer. El acto simple de comprar unlibro es apartar por adelantado un tiempo de soledad, de soledad que combina con el disfrute en privado, del gozo cadencioso del fluir de las palabras, encontrarse con un par que creemos insuperables,cerrar el libro y meditarlas un tanto. Desmenuzarlas y analizarlas como parte de un todo, para después regresarlas a donde estaban y seguir con la actividad. Para leer como se merece un libro (bueno,hay de libros a libros) es apremiante despejar espacio en la mente, deshacernos de cajas estorbosas. Comprendo que hay acompañantes que pueden convivir con un asiduo lector, pero hay otras que no. Norecuerdo cuantas veces un libro me ha sido quitado de las manos, como si se tratara de un objeto robado,(confieso que a veces lo es) reclamando mi atención del otro lado. Es por eso que un lector esuna persona que disfruta de sus hábitos solitarios, que antes de otra compañía opta por la suya. Por ende, un escritor aprende a estar sin estar, a observar y reservar, a capturar imágenes que despuésle servirán de aliento inspiracional. Desarrollan un sentido más de alerta a cualquier anécdota contada, leida y vivida. Es ahí cuando la ironía nos asalta, por que un escritor se alimenta de palabras,de conversaciones en la madrugada, de amantes pasados y presentes, pero sobre todo de los platónicos, de la vida del vecino,del último viaje, de la nota del periódico, de la plática con gentesencilla que se expone a la confesión a la menor provocación y a las que no tanto. Es aprender a estar en medio del bullicio como un fiel observador y siempre, siempre pensamos que somos los únicos que...
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