Licenciado

Debe ser algún tipo de requisito para la crianza de todo hijo el imponer temor a cambio de obediencia a través de frases como “Te va a llevar el Coco” o “Ya viene a buscarte el recogelatas”…El miedosiempre está presente: en la infancia tememos a los monstruos, a la oscuridad. En la adolescencia, al profesor que nos mira con odio. En la adultez, al jefe cascarrabias y a la vieja chismosa delapartamento de al lado. En la vejez, tememos a la muerte, al tener tiempo para despedirnos y partir a otro mundo (que ironía, se supone que es un mundo mejor).
Pero mi miedo es más inquietante que elcontestar una llamada mientras atraviesas Plaza Venezuela a las 2am, un miedo más perturbable que el llanto de un bebé en el metro o a media noche mientras se duerme: Le temo a mi vecino.
Era un viernespor la noche, ya casi madrugada, una noche de música y alcohol. Los tacones me pesaban cada minuto más, era como cargar con la conciencia de un político en cada pie, y la falda corta con el top negrome hacía lucir bien, mejor de lo que alguna vez pensé. Acompaño mis amigos a la salida del edificio y me dispongo a esperar el ascensor. Como era de esperarse, cinco minutos fueron insuficientes paraque mi práctico compañero llegara. Mi paciencia llega a su límite y considero utilizar las escaleras, total, eran 12 pisos y al quitarme los tacones, el frío del suelo aliviaría mi cuerpo y mi mente…Qué buena sensación.
Se abren las dos puertas y el bombillo indicador se apaga, siento paz porque en breves instantes estaré soñando mientras mi rostro se hunde en un mar de plumas, lo que más deseoen este momento.
Pero algo termina con mi delirio en un insignificante y repentino segundo, un extraño hormigueo recorre mi cuerpo y estremece mi alma, mi mente se paraliza y se quiebra como unamuñeca de porcelana. Es mi vecino, mi vecino el perturbador.
Trato de ignorar mi alrededor, o mejor dicho, de ignorarlo a él. Entro en el ascensor mientras le respondo las “Buenas noches” con...