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Síganme los buenos

“Síganme los buenos” es una de las varias y muy buenas frases que el chapulín colorado decía en sus aventuras cuando estaba preparándose para atrapar a los malos.

Dado lo enrarecido del entorno actual en nuestro país, una pregunta obligada aquí sería: ¿Dónde están los buenos?

Pareciera que cada vez hay más malos… o menos buenos, o más malos en las callestrastornándolo todo y más buenos en sus casas con un temor que cala hasta la médula.

Regresando al chapulín colorado, cuando una situación provocaba angustia en la gente, alguien preguntaba: “oh, y ahora, ¿Quién podrá defendernos?”

Esa pregunta era necesaria y suficiente para que apareciera el chapulín al tiempo que contestaba:” ¡yo, el chapulín colorado! ”; Oír esa respuesta era un gran alivio paratodos los que como niños disfrutábamos de las aventuras de este héroe nacional de televisión.

Hoy, nuestro país está en angustia, y claro que es una angustia justificada. Las últimas demostraciones de crueldad desplegadas por los criminales dejan perplejo al más experimentado. Aquella pregunta, ¿quién podrá defendernos? nos la hemos planteado más de uno en diferentes maneras; el problema esque ¡no hemos oído la respuesta del chapulín colorado!

Si no aparece el chapulín, entonces no puede surgir la invitación “¡síganme los buenos!”, y si no existe esa invitación,… ¿a quién seguimos? La pregunta sigue vigente: y ahora, “¿quién podrá defendernos?”

Cuando el chapulín llegaba, también decía: “que no panda el cúnico”, otra de sus acertadas frases; sí, todos sabemos que lo decía alrevés, pero también sabíamos lo que quería decir, quería darnos tranquilidad y animarnos a no temer…lo malo es que el pánico ya cundió en el territorio nacional y se metió a prácticamente cada casa y lugar habitado conocido y desconocido, y del chapulín…ni sus luces…¿será que ninguno de nosotros ha pronunciado la pregunta clave?: “¡oh, y ahora, ¿quién podrá defendernos?”

No hemos sabido, opodido, o querido hacer algo contundente para que los buenos prevalezcan en esta batalla; ni los buenos en la sociedad, ni los buenos en las autoridades, ni los buenos entre los políticos o entre los policías (imagino que aunque suene extraño, debe haber algunos buenos por allí). Sistemáticamente estamos siendo rebasados por las malas noticias. Cada vez con más frecuencia escuchamos historias deterror y en círculos más cercanos (lo más reciente: balazos afuera de nuestro querido TSM, la abominable quema del casino en Monterrey y el restaurante en Chihuahua) aunque en realidad, siempre han sido círculos cercanos, pues a final de cuentas todos pertenecemos a este país; a México.

No, el chapulín colorado no parece estar a la mano. No podemos “contar con su astucia”, ni con su chipotechillón; Todos quisiéramos tomar “pastillas de chiquitolina” para escondernos porque “nuestras antenitas de vinyl han detectado la presencia del enemigo, aunque ésta es más que evidente”.

¿Qué hacer? ¿A quién pedirle que nos defienda si tristemente un alto porcentaje de autoridades de todos los niveles están implicados con los delincuentes? ¿Cómo revertir esta situación que ha llevado a que hombresy mujeres de una nación otrora reconocida por hospitalaria, servicial, fiestera , llena de ingenio y solidaridad ante la adversidad, ahora estén dispuestos a robar, matar, extorsionar, secuestrar, violar, decapitar, descuartizar, arrancarle la piel a los cadáveres, colgarlos de algún puente, robar vehículos a hombres, mujeres, ancianos y jóvenes por igual con lujo de violencia y tan sólo por amoral dinero, por envidia, y cualquier otro motivo ruin? ¿Qué nos pasó? ¿Dónde estuvimos todos estos años, que no fuimos capaces de evitar que jóvenes de menos de veinte lleven en su conciencia (aunque no estén conscientes) con más muertos que años de vida? ¿Cómo es posible que los menos (porque sinceramente quisiera pensar que son los menos) tengan atemorizada a la gran mayoría de mexicanos?...