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De lo ancestral, a lo artificial

Por varios cientos de décadas, los agricultores colombianos realizaban una práctica que consistía en separar las mejores semillas de su cosecha , para luegoser utilizadas en su próxima siembra; de lo que ellos no estaban enterados es que desde hace poco empezó a regir una ley que cataloga esta conducta como ilegal, una ley que muy pocos conocíamos y lacual afecto a miles de campesinos que se vieron obligados a ceñirse a la norma, que prohíbe el uso de semillas sin certificación, es decir, solo empresas obtentoras tienen la facultad de venderlas.A raíz de todo lo que sucede en torno a las semillas, surge la pregunta que cuestiona a los mentores de la ley, ¿no se suponía que el TLC favorecería al pueblo colombiano?, claro está que muchosestamos acostumbrados a llegar a nuestras confortables casas y tener en nuestro plato, el almuerzo ya servido, sin apropiarnos de un problema que en realidad nos compete a todos. Pero el meollo delasunto radica en que las grandes multinacionales que venden dichas semillas, en su gran mayoría son originarias de los Estados Unidos, y algo que impacta es que en el proceso para la generación de nuevasemilla “certificada” se usan químicos, cosa que no ocurre con la práctica de secado natural que usaban los agricultores.

Hace poco fuimos testigos del paro campesino que irrumpió en gran partevarios sectores del país, en especial, la movilidad de las vías colombianas; lo que exigían los protestantes era que fuesen revisados ciertos puntos del tratado de libre comercio, en los cuales secobraban precios muy elevados para sus transgénicos (insecticidas, vitaminas, entre otros), y temas que estaban directamente relacionados con la semilla certificada.

Después de haber mencionado, muysuperficialmente la problemática en torno a la semilla, surge la pregunta, ¿Cuál podría ser la solución?, pienso que en un país como Colombia que está bajo el yugo del excepcionalismo norteamericano...