Liderazgo
La dramática búsqueda de las tres niñas iba a concluir setenta y cinco después de su desaparición.
A primera hora de la mañana del 27 de enero de 1993, Gabriel Aquino González, un agricultor jubilado de 69 años, y su consuegro José Sala Sala, diez años más joven, montaron en la furgoneta y se encaminaron a ver las colmenas. Por delante les quedaban algo más de 20 kilómetros que sonlos que separan Montroy, la localidad valenciana donde residen, de la Partida de La Romana, un apartado y agreste lugar rodeado de montañas y con un camino de tierra que en esas fechas era prácticamente intransitable.
La mitad del recorrido era por carretera asfaltada. Había que llegar hasta la cercana localidad de Catadau y allí coger el desvío que iba hasta las urbanizaciones del pueblo. Pero,en cuanto se pasaba el último chalet la carretera se convertía en un camino de tierra y piedras, lleno de curvas y siempre cuesta arriba, atravesando montes totalmente deshabitados, en el que muchas veces se les había quedado la furgoneta embarrancada y habían tenido que empujar. Eran más de 9 kilómetros de un camino casi infernal.
Conduciendo en primera y en segunda, tardaron algo más de 50minutos en llegar. Eran cerca de las diez de la mañana cuando aparcaron el vehículo al final del camino, donde ya no era posible seguir más puesto que comenzaba un barranco. Allí mismo, pegadas al camino y junto a una caseta semiderruida, estaba la fila de colmenas.
El paisaje era impresionante, ya que dada la altura se divisaban varios kilómetros a la redonda, en los que únicamente había tresconstrucciones, la casa existente junto a las colmenas y otras dos un kilómetro más abajo junto a un barranco.
Hacía frío y el viento era lo único que turbaba un silencio casi desolador. Los colmeneros decidieron esperar a que calentara un poco el sol antes de abrir las colmenas. José se sentó tranquilamente en una piedra y encendió un cigarrillo. Gabriel, sin embargo, decidió dar un paseo por losalrededores y se encaminó hacia el barranco de La Romana, hacia las dos casetas del fondo. Cogió la única senda existente y comenzó a andar por ella sin rumbo fijo. Se trataba simplemente de dejar pasar el tiempo. Ensimismado, estuvo andando unos veinte minutos, hasta que de regreso a buscar a su consuegro para iniciar la labor, observó algo que le llamó la atención.
"Ché, Pepe, aquí hay algo muyfeo". José Sala se levantó asustado ante la extraña llamada de su compañero y aprisa recorrió los ciento cincuenta metros que les separaban. Ante ellos había un montón de arbustos secos, que se notaba que habían sido cortados y arrojados allí como queriendo tapar algo.
"¿Qué es lo que pasa aquí? ¿quién ha meneado la tierra?" Los dos colmeneros observaron como debajo de los matorrales la tierraestaba como más hundida. Sala, más decidido, se adelantó por la orilla y con la ayuda de una espátula , un hierro de los que utilizaban para mover los cuadros de las colmenas, quitó una aliaga, una mata. Debajo, iba a aparecer la más terrible visión de sus vidas: como saliendo de la tierra había un gran reloj plateado y algo parecido al puño de un hombre.
Así se lo contaba al juez, casi cinco añosdespués, Gabriel Aquino González:
"Que es apicultor. Que el día 27-1-93 acudió junto con D. José Sala Sala a las tierras propiedad de su familia en las cuales tenía colocadas unas colmenas para la obtención de miel. Que las citadas tierras así como las dos casetas que en ellas se encuentran son de su propiedad así como del resto de su familia. Que en la época en la que tiene más actividad suprofesión es en verano. Que el citado día acudieron al lugar puesto que hacía aproximadamente dos meses o más que no habían estado allí, acudiendo a fin de ver como se encontraban. Que las colmenas en invierno tienen poco mantenimiento y sólo revisan su estado periódicamente. Que hace constar que aunque en el lugar existen algarrobos no se cuidan ni se realiza ningún otro tipo de cultivo. Que no...
Regístrate para leer el documento completo.