Liderazgo

I. Marco teórico: El ámbito de la concertación para la competitividad regional
Desde fines de la década del noventa y a lo largo de los noventas, la concertación de actores locales viene siendo presentada, desarrollada y propulsada como instancia y procedimiento necesario para la planificación para el desarrollo local. Hasta entonces, el término concertación estaba referido a las negociacionesexistentes entre empresarios contratantes y trabajadores asalariados, en el marco de la negociación de los pliegos de reclamos y las ofertas laborales de las empresas (Grompone 1998, Delvet 2002).

Como paradigma del desarrollo local, la concertación permitiría la participación activa de la sociedad civil en la construcción de las agendas de desarrollo local, en la planificación y priorizaciónde acciones, en la asignación de presupuestos, así como en acciones de seguimiento y fiscalización. En sus versiones maximalistas, por su intermedio autoridades elegidas, funcionarios públicos de diversos sectores, empresarios locales y representantes organizados de la sociedad civil, sentados en una mesa en términos de igualdad, deberían estar en condiciones de garantizar un planeamiento deldesarrollo sostenible para todos. En sus versiones más sectoriales, el proceso de concertación debería ser capaz de reunir a todos los involucrados en una actividad determinada para organizar esfuerzos en aras a una tarea y objetivo comunes[1].

Durante la última década hemos asistido a numerosos procesos de concertación de diverso tipo, a diversa escala y promovidos por actores diversos,registrándose un total de 90 experiencias sólo hasta 1997. Destacan entre estos los ensayos de planificación municipal concertada emprendidos desde provincias y distritos, muchas veces canalizados desde Ongs en alianza con los gobiernos municipales y contando con diversos grados de participación de otros actores (Cf. Diez 1999; Ballón 2000; Irigoyen 2000). Posteriormente, hacia fines de los noventas y aprincipios de la actual década empiezan a aparecer procesos de concertación bajo metodologías estándar emprendidos por asociaciones privadas (como el programa Fogel de Care) y por el Estado (caso de la planificación desde los Ctars o las Mesas de lucha contra la pobreza).

Los procesos de concertación han acumulado una serie de logros en materia de participación ciudadana, mejora en la gestión yadministración de inversiones y gastos (municipales), cierta eficiencia en la administración de programas y servicios sociales, la ejecución de algunas obras de pequeña envergadura, etc. A lo largo del país ha generado instancias más o menos sectorializadas para la consulta y planificación del desarrollo y la provisión municipal de servicios públicos en las que se combinan algunas posicionespolíticas, las habilidades técnicas de algunos expertos y por lo menos algunas fuentes de financiamiento de la cooperación internacional (Boggio 2000; Esan 1998).

Además de todo ello, esta práctica continua de procesos de concertación repetidos y multiplicados en diversas partes del país ha terminado por generar cierta conciencia común o colectiva alrededor de la utilidad, necesidad, derecho oconveniencia de la concertación como mecanismo para la promoción del desarrollo local.

Apuntando hacia el desarrollo local, la práctica de la concertación ha tenido como virtudes la encarnación de proyectos colectivos, la posibilidad de la articulación entre los ámbitos urbano y rural, la movilización de recursos internos y externos y la construcción y fortalecimiento de institucionalidad local,además de lograr la implementación de acciones concertadas en algunos ámbitos sectoriales específicos.

Desde los fenómenos políticos más amplios, la concertación ha sido vista también en algunos casos como la contraparte necesaria de reclamados procesos de descentralización cuyas diversas dimensiones incluyen además de democratización y participación, descentralización administrativa y...