line fire

Esta carta va dirigida a todo aquel que se considere un libre pensador, al que se levanta cada mañana para sacar adelante a su familia, al banquero y también al gasolinero. Va dirigida a quien me ayudo en mi camino y a quien dio su brazo a torcer, o a quien simplemente desea leer una historia que para muchos habla de un mundo lejano y para otros de su día a día.
Supongo que será lo último quese sepa de mí, y más que una forma de pedir ayuda, es un desesperado intento de que el viento no borre las huellas de mi historia. Para que podáis entender la esencia de esta historia creo que debería empezar por el principio.
Nací en una ciudad al N de África cuyo nombre no creo que sea relevante. Mi padre trabajaba como médico en un hospital. Desde pequeño sentí gran fascinación por su trabajo.Era un hombre severo pero de corazón bondadoso. Después de sus largos turnos en el hospital dedicaba parte de su tiempo a atender a aquellos que no podían costearse la sanidad. Aun echo de menos quedarme ayudándolo por la noche y que me regañara por tener clase al día siguiente y no irme a la cama…
Fueron pasando los años y creció dentro de mí esa determinación que veía en ojos de mi padre desdepequeño. Pero como es normal también fue despertando en mí el deseo hacia las mujeres y cuando cumplí diecisiete años conocí a Zaira.
Apenas tardamos unas semanas en saberlo todo el uno del otro. Nuestros encuentros eran furtivos, siempre bajo el velo de la noche, cuando todos dormían y no quedaba nadie en la calle. Aquello que sentíamos, fuera lo que fuese, era imposible. Ambos lo sabíamos.Nuestros destinos fueron concertados en diferentes direcciones años atrás y eso no podía romperse.
A pesar de eso continuamos viéndonos, guardando nuestros sentimientos en un cajón cerrado con llave. Pero después de unos meses el cajón no pudo soportar más peso y cayó… primero uno y después otro y así hasta que los besos se hicieron costumbre. A medida que estos se sucedían, el deseo deconsumar aquello, que en opinión en mi padre era perversión y en la mía amor, crecía.
Yo era joven, empapado de los ideales europeos que llegaban a través de internet gracias a la globalización. Mi espíritu me pedía que me rebelase contra mi padre, mi cultura y contra aquella tradición que me oprimía…
Espere un par de semanas, y buscando la benevolencia y la comprensión de mi padre le conté lo quesentía. Lo primero que recibí fue una mirada fría y dura que me hizo estremecerme, lo segundo, una dura bofetada que me hizo caer al suelo. Fue la primera y única vez que mi padre me golpeó… al mismo tiempo que mi cara enrojecía, mi sangre empezó a hervir. Preso del dolor me levante y le grite. Le grite que no podía defender el progreso y seguir anclado en sus tradiciones, le grite que me habíainculcado unos valores que no lo representaban y que lo único que le importaba era la apariencia ante sus amistades. Fue la última vez que hable con mi padre. ¿Realmente pensaba todo aquello que le dije? No lo sé, pero sin duda alguna lo sentía. Dos semanas después mi padre me envió a cursar medicina a España.
Aunque al principio me mostré reacio, pronto la idea dejó de parecerme tan descabellada. Sicontinuaba allí no podría olvidar a Zaira. Yo no quería olvidarla, pero sabía que pertenecíamos a mundos distintos y lo nuestro jamás será tan puro a ojos de la sociedad como lo era en nuestras enamoradas mentes.
Con poco más de veinte años aterricé en el aeropuerto de Barajas con el sueño de ser médico en la maleta y la esperanza de empezar una nueva vida en el equipaje de mano. El cambio decultura fue chocante, los alegres vestidos primaverales, las gigantes cadenas de restaurantes de comida rápida, campus de estudio al aire libre… aquella cultura occidental que creía que solo existía en las películas se sucedía ante mis ojos sin que apenas pudiera saborearla.
Me instale en una residencia cercana a mi universidad. Mi padre era de descendencia peninsular asique desde pequeño me...