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Aunque parezca que entre religión y sexualidad no hay relación alguna, lo cierto es que nuestras creencias y la manera en que las vivimos puedenejercer cierta influencia en cómo nos relacionamos sexualmente. La prensa internacional informó acerca del caso de la monja estadounidense Margaret A. Farley, quien fue criticada por el Vaticano porexpresar en su libro “Simplemente amor” su opinión con respecto a temas como la masturbación, la homosexualidad y el divorcio. Margaret Farley opina que “la masturbación no implica ningún problema decarácter moral”, que los actos homosexuales “pueden ser justificados de acuerdo a la misma ética sexual” de los heterosexuales y que el divorcio es válido, cosa que para la iglesia católica iría encontradicción con su doctrina, la que fija al matrimonio como indisoluble.
Este hecho se suma a tantos otros que han sucedido a lo largo de la historia y que colocan a la religión católica y también a otroscredos, casi en contraposición con lo que se entiende como “sexualidad saludable”, es decir, a experimentar de manera libre, responsable y consensuada el encuentro con el otro y también consigo mismo.Sin embargo, en la actualidad existen muchas personas que siguen viviendo intensamente la fe y se ven afectados quizás de manera inconsciente en cuanto a su sexualidad, viviendo relaciones sexualesreprimidas, muchas veces con culpa y de manera muy limitada, algo que según los especialistas puede llegar a convertirse en una patología.
En esta misma línea Vladimir Huber afirma que Tener ideascomo las de llegar virgen al matrimonio y presentarse como un conservador en una relación sexual son sinónimos de represión algo muy común en algunas religiones.
Hay que poner énfasis en que unasexualidad sana es la que deja afuera la represión, la vergüenza y la culpa. Y para lograrlo se debe tener una muy buena comunicación con la pareja e inculcar a los niños desde pequeños que lo sexual es...
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