literatula

Informe laboral
“Publíquese, comuníquese y cumplace”
I
Sobre la acción de cerrar la maleta mira la hora; el sonido de su reloj ocupa todo el vacío en la habitación, sus manos blancas amarran una corbata, toman un sombrero, soportan el cuerpo mientras las posaderas van contra la cama, sentado las extiende hacia el piso para recoger los zapatos, los que asegura con firmeza no fuera sercosa que tuviera que correr. En la medida que espera el sonido de un celular, se levanta para analizar los ojos e inhala una cocaína, el baño brilla como el polvo en las alas de las polillas, sus ojos orbitan observando las estrellas, fuma un porro de marihuana, los cigarros se queman en su cuerpo para deshacer el bombeo de su corazón; los ojos de la maleta lo miran, el instinto paranoico se adueñade su cuerpo, pensó en un maletín, pensó en el arma que estaba dentro de su chaqueta, en los kilos de carne que habían en la maleta, closet, baúl, cama, los trozos de nieve en su bigote como si estuviera tirando un trineo rojo, desde donde se suspende Satán Claus.
Pasa la mano por su cara para quitar el sudor que gotea desde las cejas y, obliga a cerrar sus ojos; el teléfono grita desesperadomientras él seca sus manos en el pantalón, antes de contestar protege sus huellas con guantes de hule, toma más harina para soportar la vida, su nariz roja contrastaba enormemente con sus ojeras; sus manos tiritonas deslizan el dedo pulgar por una línea imaginaria, el teléfono emite sonidos lejanos de sujetos desesperados pidiendo mercantilismo y, como si él fuera un panadero largo y flaco, sale ala calle mirando a lo lejos si es que viene alguna patrulla, preparado y listo para correr.
El reloj suena en su habitación cubriendo todo el sonido, los planos parecen oscilar como dando saltos entre las dimensiones; mirando su placa falsa y su pistola verdadera, prepara su maletín de cuero donde guarda balas, armas, libros, anillos robados de bodas blancas. El horario era un mediador con elmundo, él chocaba sus palmas para infundir euforia, valor, contar los segundos restantes para el enfrentamiento; los ojos del falso inspector González parecían estar aleteando en la noche de los años noventa, parecían imaginar los asesinatos de chicos listos, de chicos tontos, de arrullos como los ríos llevando canastos con niños sol; no entendía cómo su cuerpo había quedado atrapado entre tantodolor, porqué en los años ochenta y setenta esos disparos a los inocentes indefensos no fueron sepultura para él, le mataba los ánimos entender su vida como un impostor, un drogadicto, un ser humano sistematizado y asesinado moralmente como todos los de su país. Contó hasta tres para abrir la puerta, salió disparado sobre un Peugeot 506 lleno de maletas y sudores en el cuerpo, su chaquetilla de cuerocafé portaba dos nueve milímetros, el 357 enfundado, o apuntando quizá a las frentes de sus contendores, mirando su reloj marca Casio, con la premisa de saber los metros y pasos que debe dar hasta meter la llave, arrancar el auto, desaparecer entre los vivos, como un vivo y, no abierto como un colador, que recorre el agua del mar.
Sabía que estaba en presencia de sus minutos finales, que eramomento de quemar la ropa como en Auschwitz, de lustrar sus botas para convencer a sus enemigos de tener un rango policial; sus sentidos estaban abiertos gracias a la cocaína, el suelo le parecía un camino de soledad hecho para los insectos, los cóndores; todas las imágenes de su vida eran una silueta recurrente en sus sueños, despertaba afiebrado cada minuto mirando caer fusilados en cualquier partede chile, él mismo devorando su cuerpo, como una alimaña que de noche sorbía toda la humanidad.
El falso oficial González murió; así cuenta la historia, dicen que le dispararon porque era traidor, porque era astronauta, porque había violado a una chica en dictadura, porque había visto como un ratón negro y sudoroso comía pedazos de una mujer, quién sabe; en su maleta se encontró el cuerpo de...